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Un programa disfrazado de romance internacional, refuerza la idea de que el matrimonio es un contrato que se puede romper y descartar.

Es el reality show de Discovery, que lleva ya dos temporadas narrando las vicisitudes de seis parejas que en tan solo 90 días deben decidir si concretan o no en el altar su relación de larga distancia.

Resulta que el gobierno de Estados Unidos tiene una visa llamada “K1”, disponible exclusivamente para prometidas extranjeras de ciudadanos norteamericanos. Si un gringo se enamora de una foránea puede aplicar a esta visa, pero si en 90 días no se casa con ella, esta pobre mujer debe armar su maleta, regresar a su país y no se le concederá visa por 5 años aproximadamente.

El reality cuenta la historia de cómo se conocieron estas parejas. La mayoría lo hicieron vía internet. Luego capítulo tras capítulo presentan los múltiples desafíos que éstas afrontan en la convivencia diaria y en su decisión final de casarse o no.

Es triste ver la situación de las mujeres extranjeras en suelo norteamericano. Ellas dejan todo por un supuesto “amor”, para luego lidiar con muchos problemas como barreras idiomáticas, choque cultural, soledad, falta de dinero y muchas veces con el racismo.

Adicionalmente, es claro que tres meses no es suficiente para que una pareja pueda conocerse lo suficiente para tomar una decisión tan importante como el matrimonio. Y como este programa, al fin y al cabo, es un show, solo presenta las partes más oscuras, polémicas y dramáticas, dando a entender que la pareja no va a funcionar.

Es así como se banaliza el matrimonio, presentando al divorcio como una opción rápida de descarte: me compro un matrimonio, si no funciona lo boto y me compro otro.

Hay que recalcar que estas parejas nunca han vivido juntos, lo único que han tenido es una relación a distancia. A lo mucho, algunos se conocieron en el país de origen de la novia durante un par de semanas.

Entonces me pregunto, si tanto se aman, ¿por qué no esperar? y en tal caso viajar por periodos cortos y conocerse más. No hay dinero, no hay tiempo, no quieren sufrir estando separados; en fin, miles de excusas para apresurar una relación que seguramente podría fracasar. Nuevamente gana la cultura de lo rápido y del descarte.

En este reality es frecuente ver los secretos de los novios, esos detallitos que nunca les contaron a sus novias y que ellas van descubriendo de a poco.

Es frecuente ver los secretos de los novios, esos detallitos que nunca les contaron a sus novias y que ellas van descubriendo.

En uno de los episodios, por ejemplo, se descubre que uno de los “gringos” nunca le contó a su familia que tenía un romance con una colombiana y que se iba a casar con ella. Él pretendía casarse sin la presencia de sus familiares; obviamente la pobre novia latina muy dada a la familia casi la mata este secreto. Éstas y otras horribles realidades suceden porque no se toman la molestia de conocerse más. 

Este programa disfrazado de romance internacional, con el cuento de que el amor vence las distancias y las barreras, refuerza en la psiquis de las mujeres (muchas jóvenes que mueren por irse del Ecuador), la idea de que el matrimonio es un contrato que se puede romper y descartar, alejándolo de lo que debería ser, un sacramento pilar de la sociedad en donde nacerán nuevas personitas que poblarán esta tierra.

Dicen que nunca se llega a conocer completamente a la pareja, pero esa no es una excusa para hipotecar el futuro en tan solo 90 días.

 

Carla Rossi Por Carla Rossi Flores
Productora de Tv y Cine
Columbia College International
Asociación Mexicana de Cineastas Independientes AMCI

 

 

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