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  • Juan abre la puerta
  • ¿Por qué te encierras en tu cuarto?
  • ¿Por qué vas al baño y cierras las puertas?

Son los gritos de muchos padres que no comprenden la intimidad del crecimiento de un adolescente. Y no solo los padres. Los adultos en general no entendemos ni sabemos acompañar los distintos estados de ánimo de un joven. En donde le crece el cuerpo, pero no siempre en la misma intensidad su inteligencia, esta desarrolla más lento; sobre todo la inteligencia emocional, intrapersonal o interpersonal. No solo la cognitiva la desarrolla a pasos muy lentos, muy de tortuga en plena edad del activismo acelerado de lo corporal, musical, lingüístico, es decir de sus inteligencias múltiples, no logra integrarlas sistemática o armónicamente.

La etapa de la adolescencia apenas comienza y es necesario aprender las reglas de la vida. Es por ello que se hace imprescindible contar con adultos capacitados en gerenciar la vida, administrar armónicamente las inteligencias múltiples, despertar las neuronas que lleva en su cerebro y en todo su cuerpo para conectarla con lo que realmente lo hacen crecer y vivir.

Es clave abrir las puertas del ventrículo derecho e izquierdo de su corazón en su justa medida de tiempo y lugar.

Abrir las puertas es la metáfora que usa Jesús en el evangelio para darnos el secreto de la vida plena, del vivir juntos y del encontrar sentido a la vida (Jn 10: 1-10).  Sin embargo, no sabemos, por lo general, ni cuándo, ni dónde ni a quién abrir las puertas del corazón; nos han fallado tanto, nos han herido tanto, da tanto miedo e inseguridad que es mejor vivir con rejas, mascarillas, claves de seguridad, candados, guardias, alarmas, cámaras y creer que eso es vida.

Cuando Jesús nos dice que él es la puerta que hace entrar a los suyos a lugar seguro, no lo hace en el sentido paternalista de hacer lo que otros deben hacer. Si no, en el ejemplo que debe tener un buen líder y responsable de familia, casa, aula, escuela, trabajo. Él va primero, arriesgando todo lo que hace falta para que sus discípulos y amigos vean por dónde caminar y hacia dónde van. El conoce a la suyos por su nombre, no es suficiente el hacer cosas buenas para hacerlas bien; se trata de entrar íntimamente a un lugar seguro para dos, para todos, para los suyos. Eso es cuidar la vida, la persona, el planeta, esos detalles hacen que uno abra las puertas y no se llene de miedo ni temor.

El creyente sabe a quién abre su corazón y por qué. Conocimiento, cuidado y cariño es el ejemplo que da el buen líder, pastor de una comunidad, pueblo o nación. El evangelio es claro, por lo general los líderes de hoy entran por la ventana, saltando cercas y no por la puerta de la vida verdadera, honestidad y transparencia.

En pleno mes de mayo, que recordamos a María como Madre, es lo que distingue a esta mujer, esposa, como sabia consejera de la vida. Porque ella supo dar cariño, cuidar y conocer bien a su hijo, a los amigos de su hijo; por eso es Madre Nuestra y no solo de Dios. La única formar de venerar a la madre, es en reconocer a la mujer como compañera, amiga y colaboradora para tener vida y vida en abundancia. Eso lo hizo porque supo abrir las puertas de su corazón; inteligencia a un Dios que brindó su amor; ternura y pasión a la humanidad. Y necesita humanos que abran las puertas de su mente, corazón para dar vida plena a quien hoy lo necesita.

Joven, aprende lo esencial, que es invisible a los ojos, pero visible para la fe que busca entender cómo vivir juntos y cómo vivir plenamente, cuando sepas conectar tus inteligencias con la fuerza de la vida serás feliz, vivirás sin miedo, pues en el “amor no hay temor”, aunque sí riesgos y vulnerabilidades.

Eso es vida y libertad a eso estamos llamados.

Por: Fabricio Alaña, SJ

PARA SEGUIR REFLEXIONANDO

Tres características de cómo vivimos en la sociedad

  • Inseguros
  • Miedosos
  • Encerrados

¿Por qué NO solemos abrir las puertas del corazón?

Por miedo, por resentimientos, por falta de conocimiento.

 ¿A qué está llamado un creyente?

A ser líder de la vida, vivir en libertad y plenitud por su fe en el amor.

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