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El mindfulness desarrolla la habilidad de prestar atención al momento presente, lo que permite reconocer los pensamientos y emociones que emergen en nuestra mente y cuerpo a cada instante. Numerosos estudios científicos han demostrado que cuanto más presente está una persona en su vida, más se reducen su reactividad y nerviosismo. Además, esta práctica aumenta la curiosidad vital y la paz interior.

Los niños de hoy suelen ser inquietos y dispersos. A algunos les cuesta conciliar el sueño, otros incluso están estresados. También suelen tener problemas a la hora de relajarse o pasar un rato sin hacer nada. Sus cabezas están sobrecargadas por la cantidad de impulsos que perciben. ¿Cómo se les puede enseñar a relajarse y a dejar de dar vueltas a las cosas? ¿Cómo fomentar su atención para que se concentren en lo que hacen? ¿Y cómo ayudarles a que aprendan a escuchar sus propias emociones para gestionarlas mejor?

Efectos del mindfulness en los niños

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El mindfulness ha demostrado tener un efecto importante sobre el cerebro infantil. Estudios realizados en escuelas de todo el mundo prueban que los niños que siguen los principios del mindfulness son más capaces de gestionar situaciones de estrés y de ponerse en el lugar de los demás, tomando decisiones más conscientes en lugar de dejarse llevar por las emociones conflictivas, ya que parten de una base más tranquila. Esta práctica aporta una nueva manera de atender y mirar la realidad: despierta la curiosidad, el asombro y la concentración de los niños mediante la atención a lo que está ocurriendo en su mundo interior y exterior.

La aplicación del mindfulness en el entorno educativo ha tenido un desarrollo muy importante en la última década. Hasta hace relativamente poco, se pensaba que esta práctica era demasiado difícil e intelectual para los niños. Sin embargo, estudios recientes han resaltado su eficacia en niños desde los 4 o 5 años de edad, ya que son capaces de desarrollar a su manera una vida interior profunda. Si el mindfulness es bueno para cualquier cerebro en pleno desarrollo, ¿por qué no facilitar este proceso lo máximo posible? Éste es el reto al que actualmente se dedican un creciente número de instituciones académicas, profesores y psicólogos infantiles de todo el mundo.

Beneficios de esta práctica en los niños

  • Mejora su atención, concentración, creatividad y rendimiento académico.
  • Aprenden a autoregular sus emociones sintiéndose más seguros de sí mismos.
  • Aumenta la capacidad de introspección: por lo que ven mas claramente lo que sucede en su interior y exterior.
  • Desarrolla la paciencia, la compasión y la alegría por el bienestar propio y de los demás.

Vía: ABC de España

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