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Hay algunos aspectos que debes tener claros, no para seguirlos como una regla, sino para que puedas incorporarlos dentro de la decena de factores que influyen en la elección de una opción universitaria.

La vocación no solo es ocupacional

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Hay ocasiones en que algunos sienten muy claro su llamado vocacional, pero no logran distinguir si esa vocación es también ocupacional, es decir, si deben estudiar y trabajar en eso. Te lo presento con el ejemplo del diaconado permanente. Estos son hombres casados que han sido llamados por Dios para ofrecerse como ministros consagrados y colaborar con la Iglesia en la celebración de algunas liturgias y sacramentos. Los diáconos permanentes, a diferencia de los sacerdotes, tienen un trabajo “laico”, en el que seguro que tienen montón de otras preocupaciones y quehaceres, alejados de lo “religioso”. Y al estar casados viven con sus familias con todo lo que eso implica. Nadie podría decir que no viven su vocación mientras están en el trabajo, es solo que no necesariamente su vocación es lo mismo que su ocupación laboral. Viven su vocación plenamente, pero trabajan en otra cosa, pues su vocación no se ve realizada a plenitud en su trabajo.

Puede ser lo mismo contigo y quizá tienes vocación de bailarina, pintor, músico, escritor, deportista, etc. Nadie te dice que abandones eso, pero es probable que tu ocupación no tenga que ver necesariamente con aquello sientes que es tu vocación o que no puedas esperar ganarte la vida trabajando en algunas de esas cosas. Lo sé, suena como si me dedicara a destruir los sueños de las personas, pero mi intención no es reventar el globo de las ilusiones, sino que decidas con madurez. Entonces podrías considerar que la carrera que elijas tenga que ver con aquellas libertades o licencias que te permitan lo otro, el vivir eso que tu crees que es más “vocacional”.

¿Qué has hecho con tu vida hasta ahora?

Hay quienes desean estudiar medicina y ni siquiera han sentido empatía cuando mamá accidentalmente se corta un dedo mientras cocina. Otros quieren ser profesores pero les incomodaba profundamente explicar las materias a sus compañeros. No hay que considerar solamente tus antecedentes y rendimiento académico, también debes mirar tus cualidades humanas e intereses sociales. Las actividades fuera de lo académico que hasta ahora has realizado con pasión, los lugares que frecuentas, incluso los temas de conversación que más te interesan, te pueden ayudar a reflexionar.

Ahora, si te has pasado la vida solamente viendo Netflix o jugando Playstation tenemos un problema. Ante este escenario la opción es entregarse de todo corazón en oración buscando orientación de Dios, siempre hay algo que puede rescatar de la vida. Podrías pensar en qué cosas has hecho voluntariamente y sin que nadie te lo pidiera. De esas inquietudes y ganas que nacen del corazón, muchas veces podemos rescatar algunas pistas al momento de decidir.

Eliges una carrera, no tu destino

No vayas a pensar que una vez que te matriculas, se pone un sello sobre tu vida y estarás destinado para siempre a ejercer aquello que estudiarás. Tu carrera es solamente un medio que te permitirá avanzar y acercarte a aquello que Dios tiene para ti. Por lo tanto, si estás confundido entre dos o más opciones y todavía no sabes cuál es la más apropiada para ti, más que proyectarte imaginariamente en el trabajo que desarrollarías o en el sueldo que recibirás todos los meses, intenta visualizar cuál será la mejor herramienta para el futuro, cuál podrá dotarte de más habilidades y conocimientos que te permitan ir haciendo camino para encontrar la voluntad de Dios.

 

Vía: Catholic Link

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