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La activa participación de las mujeres -tanto en lo privado como en lo público- plantea algunas situaciones que a menudo se convierten en conflictos. ¿Cómo puedo ser buena mujer, buena esposa y buena madre a la vez? 

Hoy en día las certezas que se poseían en el pasado, no son comunicadas por los mayores a las nuevas generaciones dado que no se adaptan al continuo cambio que hoy existe. A menudo no hay consenso social sobre las formas, los contenidos, los valores de la educación, además de ser el ámbito educativo un terreno especialmente expuesto a la politización.

Por eso es oportuno preguntarse ¿cómo puedo enseñar a mi hija a ser una mujer completa? Te sugiero 5 cosas.

1. Tu esposo es tu aliado, no tu enemigo.

esposos mejores amigosEl trato que tienes con tu marido es la primera lección que puedes darle a tu hija sobre el amor. Esa lección lo abarca todo: la generosidad, el respeto, el coraje, la fidelidad, la amistad, el perdón, etc. Cuando llegan los hijos, es muy fácil volcarse en ellos mientras se deja de lado la relación conyugal. Hay que tener cuidado porque –aunque a veces parezca que sí- el matrimonio no puede funcionar con “piloto automático”. Es cierto que la crianza de los hijos requiere una dedicación casi total hasta identificarnos por completo con ellos, pero hay que saber que ¡los triángulos no funcionan!

Además -no seamos tontas- ¡la felicidad familiar se encuentra dentro de un matrimonio saludable! Una buena relación matrimonial facilita que los hijos mejoren sus competencias intelectuales y sociales que constituyen un sólido bagaje para ellos además de prevenirles situaciones de riesgo. Así que, ¡más vale que nuestro esposo sea parte de nuestro equipo!

2. Ser buena feminista.

feminidad mujeres

El buen propósito que tiene cada feminista –el de defender el valor de la mujer- frecuentemente se ha aplicado de manera equivocada. En lugar de defender la feminidad, se ha destruido y vaciado lo propio y lo bello de ser mujer. Muchas veces se lucha por un feminismo entendido cómo igualitarismo -o lucha- que ve al hombre como competidor y medida de comparación.

El feminismo mal entendido ha llevado a disociar la sexualidad de la reproducción, la sexualidad de la afectividad y el género de la sexualidad. Además, ha otorgado a la esfera pública más importancia que a la esfera privada y nos ha hecho creer que las tareas de la casa y el cuidado de los niños son ocupaciones de subordinación que degradan y humillan. Lo que debemos hacerle ver a nuestra hija –y nuestro marido- es que el cuidado de lo familiar es muy atractivo porque es la tarea más importante, bella y sublime que nos puede tocar. Así todos en nuestra familia –marido e hijos- sentirán el deseo de compartir y perpetuar ese privilegio.

3. El valor del cuerpo.

valorar el cuerpo

El cuerpo de tu hija es un asunto importante, pero ¡está en peligro! Nuestra sociedad le pide demasiado al cuerpo de una mujer: que sea delgada, sexy, atlética. Esas exigencias que parecen afectar solamente lo exterior, en realidad afectan lo más profundo de cada una, creando a menudo problemas muy conocidos como anorexia y bulimia.

Además, hay mucha presión social acerca de la importancia de poder elegir libremente sobre el propio cuerpo en temas de sexualidad y aborto. Como resultado de esa supuesta libertad, el cuerpo de la mujer se degrada aún más ya que se convierte en un esclavo de las expectativas sociales. Si tu hija no entiende la importancia de su propio cuerpo, será muy fácil que caiga en la adicción a la pornografía o en la trampa del sexting, haciéndola más vulnerable a cualquier tipo de abuso. Observándote a ti, ella aprenderá lo que significa ser elegante, fina, guapa y sobria. Enséñale a tu hija que el cuerpo es un don que ella ha recibido para regalarlo –de distinta forma- a los demás. Y algo que puedes regalar es algo que te pertenece, pero el hecho de que te pertenezca no significa estar disponible para todos.

4. El papel de la mujer en la sociedad.

madre exitosa

En un tweet dirigido a la actriz Emma Watson, una chica le pidió sugerencias a propósito de una amiga adolescente cuyos padres le insistían en que sus aspiraciones fueran las de casarse y tener hijos en vez de tener un trabajo exitoso. Ella contestó: ¿por qué no los dos?

¡Tener una maravillosa familia y un trabajo exitoso es posible! La sociedad necesita que las mujeres lleven sus propios talentos tanto dentro como fuera de la casa. La sociedad también necesita que la mujer afronte la dificultad de conciliar la vida laboral con la familiar, para que se puedan empezar a buscar soluciones que involucren también a los hombres. Por esta razón y por otras miles más, ellos no tienen que ser nuestros adversarios sino parte de nuestro equipo.

5. Y que sin ti ¡el mundo sigue funcionando!

mujeres en la sociedad

Una de las mayores virtudes de las mujeres es también uno de sus mayores defectos: la capacidad del multitasking que la lleva a querer tener todo bajo control. 

Las mujeres no tenemos que ser superwoman en cada momento. Hay que saber repartir las obligaciones domésticas, entre hombre y mujer. Quizá nos sentimos bien porque pensamos que estamos sacrificándonos por nuestra familia cuando en realidad lo que estamos haciendo es impedir que nuestro marido y nuestros hijos crezcan en autonomía, autoestima y responsabilidad. Nos olvidamos que la mejor cualidad de un líder es saber delegar. Y muchas veces no delegamos porque tenemos demasiada presunción y poca confianza en los demás. Enséñale a tu hija que una mujer no tiene que cargar con todo, porque puede contar con el hombre que ha escogido y porque confía en las capacidades de los demás. ¡Todos somos útiles pero nadie es indispensable!

 

Por Maria Grazia Gualandi 

Vía Protege tu Corazón

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