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El caso de un niño varón de unos cuatro o cinco años, que tiene comportamientos tales como querer vestirse con la ropa de su madre, ponerse sus joyas, maquillarse como ella e incluso de jugar a ser princesa o mamá cuando juega con sus compañeros en la escuela puede sorprender a muchas personas y hacerles pensar que es una “prueba” de que ese niño “nació” homosexual (llegando a pensar entonces que “homosexual se nace”). Lo mismo puede ocurrir con la niña que tiene comportamientos exactamente opuestos.

Estas conductas no corresponden a una homosexualidad ni son necesariamente signos de una homosexualidad futura. En el varón suele tratarse simplemente de un problema de identificación excesiva con su madre –o con una figura femenina cercana–, que le lleva a querer imitarle en todo lo posible. El problema de esta identificación excesiva con una figura femenina –seguramente complementada con una pobre identificación con la necesaria figura masculina–, es que dificulta que ese niño asuma totalmente su propia identidad de varón y los comportamientos que va adquiriendo pueden ser un factor que influya en que sea rechazado por los de su sexo cuando llegue la adolescencia y la pubertad.

Se trata de un círculo vicioso ya que este rechazo puede hacerle sentir como “menos varón” o como “varón inadecuado”. Esta sensación interna incluso puede crecer hasta llevarle a desarrollar una atracción reactiva por personas del mismo sexo llamada AMS. Si se deja llevar por este tipo de atracción, el joven puede acabar teniendo relaciones sexuales con personas del mismo sexo y puede acabar cristalizándose una homosexualidad. Pero como se ve, es un círculo que se retroalimenta de una conducta específica desde la infancia que nada tiene que ver con la genética ni con un supuesto “ser homosexual desde siempre”.

Lo importante para niños con este comportamiento es intentar trabajar, reforzar, el proceso de identificación con su padre o con una figura masculina alternativa. Una manera de lograrlo es aumentando el tiempo, los gustos y las actividades compartidas del padre o varón de referencia con estos niños. Es bueno que ambos, la madre y el padre estén involucrados en este proceso en la medida de lo posible.

Para más detalles sobre cómo abordar y prevenir estas situaciones se aconseja la lectura de un libro escrito por Joseph Nicolosi (fundador de la asociación NARTH) y su esposa Linda Nicolosi, publicado por la editorial PALABRA: Nicolosi J, Nicolosi L. La confusión de género en la infancia. Ed. Palabra, 2002 (ISBN: 978-84-9840-738-9).

DR. JLDr. Jokin de Irala
Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública
www.joveneshoy.org

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