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La pérdida de la pareja por fallecimiento, ligado a los afectos y recuerdos que se han vivido juntos puede acarrear un dolor especialmente profundo.

Durante la tercera edad ocurren eventos familiares críticos, como lo es perder a la pareja. Si bien no siempre se está preparado para la muerte, esta debería ser vista como algo natural. Sabemos que al ser de forma inesperada el impacto es mayor, más que cuando transcurre luego de una prolongada enfermedad.

Al enviudar el sujeto puede abrigar malestar, sufrimiento, sintiéndose desprotegido e inseguro, ya que al convivir con su pareja por muchos años, se enfrenta a un cambio significativo. Culturalmente es usual que los hombres lleven el mayor peso económico en el hogar viéndose las mujeres obligadas a asumir nuevas responsabilidades. En cambio las mujeres suelen poseer otros recursos psicológicos para reponerse.

Por supuesto todos los casos no son iguales y se atraviesan varias etapas, no siempre las mismas, que varían su orden de un sujeto a otro.

El duelo debería ser superado en aproximadamente 1 año, pasado este tiempo podría hablarse de un duelo no resuelto, convirtiéndose en uno patológico hacia un duelo crónico. Es importante la ayuda de un psicólogo desde el inicio de la viudez, y en el caso de que los síntomas no cesen y provoquen problemas para desenvolverse en su vida cotidiana, es necesario acudir a un psiquiatra, para evitar episodios de depresión mayor.

Es aconsejable que durante la viudez se amplíen las actividades e intereses (un hobbie o cursos pueden ser útiles), una mascota como acompañante, visitar nuevos lugares, realizar gerontogimnasia, buscar grupos de apoyo (iglesia, centro comunitario), reunirse con mayor frecuencia con sus familiares o antiguas relaciones de amistad. Recuerde que no está solo y aunque puede ser una etapa difícil, siempre existirá una salida para enfrentar la viudez.

Las etapas por las que se puede pasar son:

Negación, un intento de amortiguar el efecto del primer impacto “no lo puedo creer”, este mecanismo de defensa nos brinda una tregua entre lo ocurrido y su asimilación.

Ira, el sujeto siente rabia, “la vida es injusta”, “por qué a mí”, siempre enfocándose en lo negativo.

Negociación con la realidad intentando un canje o restitución por buena conducta.

Depresión se inicia al fracasar las fases anteriores. Está caracterizada por llanto, culpa, tristeza y angustia ante la pérdida de la pareja, es en esta fase donde muchas personas se traban.

Aceptación, que no significa olvido, en donde el sujeto ya ha podido librar sus emociones y desprenderse de la culpa; se siente más tranquilo con la realidad.

 

Por: Psic. Daymari Campo Guerra

Máster en Psicología Clínica

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