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El blog Homosexualidad, reconstruyendo una nueva identidad de la terapeuta Elena Lorenzo Rego, alojado en Religión en Libertad ha publicado una interesante historia de un inglés llamado James Parker.

Por su interés reproducimos íntegramente el testimonio de James:

«Supongo que dejé la homosexualidad por accidente. Nunca lo planeé; la terapia fue un intento por resolver temas de relaciones y compromiso, no de identidad sexual. Nunca tuve ningún deseo de cambiar mi sexualidad. Pero eso es lo que pasó – de hecho, me cambió todo».

«Después de haber tenido cientos de parejas homosexuales, terminé casándome con una mujer y teniendo una hija. Toda mi visión de la vida cambió. Pasé de ser una persona arrogante, tratando desesperadamente de ocultar mi profunda inseguridad en situaciones de grupo, a ser un tipo fuerte, asertivo que amaba los deportes y las películas de guerra. A mis 46 años, no me he sentido mejor en mi vida«.

«Pero antes de entrar en los detalles de mi cambio, volvamos al principio«.

Gay con 10 años
«Supe que era gay a los 10 u 11 años. Mi primo había salido del armario y yo tenía las mismas atracciones que él. A esa edad a los niños les empiezan a gustar las niñas, pero yo estaba interesado solamente en los niños. Yo era definitivamente un número de seis en la escala de Kinsey – un tío homosexual exclusivamente homosexual sin deseos heterosexuales en absoluto«.

Un infierno de adolescencia
«Para mí la adolescencia fue un infierno. A menudo pensé en suicidarme, en ocasiones me autolesioné, tenía un problema cada vez mayor con el alcohol y la pornografía gay. Se lo dije a mis padres a los 17 años, hecho un mar de lágrimas. Mis padres reaccionaron de manera increíble; me dijeron que ya sabían que era gay y que contase con su amor de manera incondicional. Mis compañeros del colegio también me dijeron que lo sabían desde hacía un tiempo y que me apoyaban. El proceso de «salir del armario» no fue doloroso ni traumático».

Abrazar la identidad gay y fundar un grupo de LGBT
«A los 18 años me fui a vivir a Londres desde el norte de Inglaterra, abracé totalmente mi identidad gay. Me convertí en la primera persona en vivir abiertamente como gay en la sección de la universidad a la que asistía, incluso establecí un grupo LGBT con otros estudiantes, predicaba activamente en contra de los que decían que ser homosexual era de alguna manera una elección».

Más de 200 parejas sexuales
«Nunca sentí la necesidad de cambiar. Yo había nacido gay, era todo lo que sabía. Crecí en la fe cristiana, en Londres asistí al Movimiento Cristiano LGBT. Me deleité en el mundo gay de Londres, esto me llevó a una vida muy promiscua. De hecho, llegué a tener 200 parejas sexuales«.

Una relación duradera… y aparece Cristo
«Finalmente me asenté y mantuve una relación más duradera con un novio, un ex-soldado, veterano de las Malvinas. Consideré la idea de salir al extranjero para casarme con él, al menos formalizarlo por lo civil. Pero en ese tiempo, tomé la decisión de iniciar una relación con Cristo, esto me llevó a examinar mi vida con mayor profundidad«.

Miedo al rechazo… y a los hombres
«Me di cuenta que tenía algunos problemas, centrado en las relaciones y el compromiso. Descubrí que tenía un miedo profundamente arraigado a ser rechazado, vivía con demasiada ansiedad, y usaba a las personas. Tenía un miedo innato a los hombres– no de su homofobia, si no miedo a ellos mismos: existía un abismo entre mí y los hombres heterosexuales (los llamados números uno, según Kinsey)».

Desafiar las creencias arraigadas 
«Terminé la relación con mi pareja y logré hacer borrón y cuenta nueva. Siguiendo el consejo de un amigo fui a terapia para resolver mis problemas hacia con las relaciones y el compromiso. No hubo nada brutal o desgarrador en la ayuda que recibí; las historias de terror que escuchamos de algunos de esos documentales sobre el cambio gay-heterosexuales, no se aplicaron aquí. Fue simplemente una mezcla de terapia cognitiva, para desafiar mis creencias arraigadas y acabar con pensamientos unilaterales; terapia conductual, para cambiar comportaminetos y hábitos llevados a cabo a lo largo de los años; y EMDR, que utiliza movimientos oculares rítmicos para amortiguar la fuerza de los recuerdos traumáticos».

Una terapia completa
«Mi terapeuta nunca se centró exclusivamente en mi atracción sexual hacia los hombres, pero mi «ser gay» tenía que ser parte del diálogo, de no ser así hubiera dejando una parte de mi vida fuera. Gran parte de mi recorrido se centraba en perdonar a quienes tenía que perdonar, y reconocer que yo había construido muros ante personas significativas en mi vida, en especial ante mis padres y hermanos.

Sexualizar a los hombres y pornografía
«Finalmente me di cuenta de que de pequeño dejé de interactuar con otros hombres de manera significativa. Percibía ser rechazado por ellos y ya siendo un niño pequeño tomé la firme decisión de no confiar en ellos. Las personas se había acercado a mí, pero yo los había rechazado, incluyendo a mi padre y a mis dos hermanos mayores. Ahora entiendo por qué los hombres se convirtieron en un misterio para mí e incluso una obsesión en mi adolescencia, que fue cuando empecé a sexualizar a los hombres y a alimentarlo a través de la pornografía.

Un lugar natural demasiado femenino
«También me di cuenta de que me había tirado de cabeza al mundo de lo femenino, sin contrapeso masculino. Curiosamente no me hacía gracia que las mujeres tuviesen la capacidad natural de atraer a los hombres heterosexuales, algo que yo no tenía. Descubrí que mi lugar natural no era estar entre mujeres«.

«Muchos de mis comportamientos básicos se vieron desafiados – mi aspecto, mi cuerpo, mi manera de andar – mi terapeuta me desafió para que viese en qué era como los demás hombres y en qué no. Comenzó a trabajar en cosas como mi voz y mi manera de andar – me estaba dando permiso para pensar y hacer cosas de manera diferente.

Sentimiento de aceptación
«Mis miedos y la ansiedad disminuyeron gradualmente, y empecé a sentirme más aceptado cuando estaba entre hombres y mujeres. Pasé de rechazar constantemente la identidad masculina a abrazarla; mi postura corporal cambió, empecé a caminar más recto y perdí mi manera afeminada de andar. Me cambió el tono de voz de tal manera, que la gente incluso me lo solía decir».

Nunca fui gay
«Empecé a ver qué tal vez, sólo tal vez, nunca fui realmente gay y que había un hombre tan real y tan noble como los que a menudo había admirado, adorado y anhelaba en lo profundo dentro de mí, que estaba a la espera de ser liberado«.

«El contacto físico con las mujeres, incluso tocar el pelo de una mujer se hizo más agradable. Empecé a disfrutar de ser un hombre y disfrutar más de la compañía de las mujeres. Con esto no quiero decir que saliese y me atrajesen todas las mujeres que conocía; no era un adolescente. Fue un proceso gradual, que me llevó a salidas y relaciones con mujeres«.

Casado desde hace 8 años y con una hija
«Llevo casado con mi mujer ocho años, tenemos una hija de cinco años. Me encanta el arte y el teatro, pero me gustan los deportes de equipo, esos que temía tanto cuando era niño. Una de mis películas favoritas es «Salvar al soldado Ryan» porque trata la amistad profunda entre hombres, algo que nunca antes había disfrutado«.

«¿Soy ahora exclusivamente heterosexual? algunos me preguntan. La mayoría del tiempo, sí. Para casi todo el mundo la sexualidad surge de manera natural, en mi caso suele ser así, casi siempre. No echo de menos el estilo de vida gay que dejé atrás – cuando visité a mi ex novio, cinco años después de la terapia, pude ver los inconvenientes de esa vida, había contraído el SIDA […]«.

La persona no nace gay
«Ahora tengo claro que la persona no nace gay y que cualquier persona puede desarrollar esta identidad que yo he encontrado«.

Versión traducida: Gay Conversion: I Slept With Over 200 Men, Now I´m a Happily Married Heterosexual Dad by James Parker.

Este testimonio ha sido cedido por: www.voices-of-change.org

Si quieres conocer más sobre la Atracción al Mismo Sexo (AMS) y la terapia de cambio, puedes hacerlo en: www.elenalorenzo.com

Vía: Religión y Libertad

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