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La gestación es una de las etapas de mayor vulnerabilidad nutricional en la mujer.

El embarazo es el momento ideal para reflexionar sobre el estilo de vida, además de tomar conciencia sobre cómo afectan los hábitos alimenticios en nuestra salud y en la de nuestros hijos. Es tiempo de empezar a cuidarse, descansar y alimentarse mejor.

No es necesario realizar una dieta especial durante el embarazo, sino conocer la diversidad de propiedades en los alimentos con el fin de mejorar la calidad y variedad de las comidas. Así podremos cubrir las necesidades nutricionales requeridas en este momento especial de la vida.

Durante el embarazo aumenta la necesidad en la mayoría de los nutrientes porque el feto se alimenta a expensas de su madre. Por este motivo el estado nutricional previo y durante el embarazo es muy importante. La desnutrición materna se asocia a un mayor riesgo de enfermedad y mortalidad infantil. Cuando se presenta obesidad hay un mayor riesgo de desarrollar patologías del embarazo como diabetes gestacional, hipertensión y eclampsia.

El momento adecuado para corregir un inadecuado estado nutricional es previo al embarazo, no durante el mismo, ya que lo normal es ganar peso y se debe evitar perderlo. El peso a ganar durante el embarazo varía en cada mujer en función de su estado nutricional o patologías presentes.

Cambios en los requerimientos de nutrientes

Durante el embarazo se debe priorizar el consumo de alimentos ricos en folatos (ácido fólico), calcio, vitamina D, hierro y ácidos grasos esenciales. A su vez es necesario (con supervisión médica) los suplementos con hierro y ácido fólico, ya que solo con los alimentos no se logra cubrir los altos requerimientos de estos micronutrientes.

Las necesidades de energía también se ven aumentadas, pero no tanto como para “comer por dos”. Solo son necesarias 300 calorías más por día a partir del segundo trimestre. Esto equivale, por ejemplo, a un lácteo más un panecillo o un lácteo más una fruta. En el tercer trimestre, son necesarias 475 calorías más.

Algunos consejos prácticos

  • Consumir alimentos ricos en vitamina C para favorecer la absorción del hierro del huevo, carnes y vegetales (principalmente de hoja verde y los frijoles o porotos).
  • Aumentar el consumo de fibra para evitar el resfriado tan frecuente en el embarazo. Lo ideal es consumir el hollejo de las frutas cítricas (naranja, mandarina, toronja), y que los jugos sean naturales y con pulpa.
  • Moderar el consumo de carnes procesadas como carnes enlatadas, jamón, tocino y embutidos, ya que un consumo en exceso puede ser perjudicial para la salud.
  • No agregar más sal de la añadida a la preparación y moderar el consumo de aquellos alimentos que la contengan en grandes cantidades.
  • Limitar el consumo de azúcar y alimentos que lo contengan.
  • Si usas edulcorantes, que sean los permitidos durante el embarazo (stevia, sucralosa, aspartamo, acelsufamo k), los no seguros son el ciclamato y la sacarina.
  • Evitar hacer ayunos prolongados. Lo mejor es realizar las cuatro comidas y un tentempié o colación si es necesario.
  • Realizar diariamente el desayuno, que incluya lácteos, pan y fruta. Ya que su omisión junto a una dieta hipocalórica puede llevar a la formación de cuerpos cetónicos (compuestos que atraviesan la barrera placentaria y en exceso pueden provocar daño neurológico en el feto).

Recuerda que una alimentación equilibrada proporciona los nutrientes adecuados para favorecer el crecimiento y desarrollo del niño.

Vía: Aleteia.org 

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