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Aprendí mucho de unos ancianos, sobre todo de su experiencia personal, cuando hace dos años tuve la oportunidad de trabajar en un asilo. Fue altamente gratificante. Uno de los principales temas que captaron mi interés –y que conversé con más de uno– fue el de la duración de las relaciones. 

Mis propios abuelos suelen decir que el estado actual de las relaciones puede compararse con un aparato descompuesto: antes cuando algún objeto presentaba alguna falla se le llevaba a arreglar, no se le desechaba con tanta facilidad para seguir utilizándolo y sacarle el mayor provecho posible por más tiempo. Sin embargo, ahora vemos que apenas un aparato comienza a fallar, por más mínimo o insignificante que sea el problema, las personas, en especial los jóvenes, prefieren tirarlo y adquirir un artículo nuevo.

Creo que lo que dicen mis abuelos, y aquellos ancianos, es cierto: la mayoría de las relaciones de pareja actuales se asemejan a esta situación. Debido a que hay una facilidad enorme para deshacernos de lo que, en apariencia, ya no sirve, ya no es funcional, pasamos sin más ese pensamiento al plano emocional. Después de recapitular con mis abuelos y de recordar aquellas platicas con las personas del asilo, encontré que todos coincidían en que existen cuatro pilares que son clave para una relación duradera:

1. Respeto 

Es lo principal. Una pareja que se respeta física y emocionalmente sienta las bases para una relación sana y duradera. El respeto involucra dejar fuera los chantajes y los malos tratos, entender y tolerar los gustos y las decisiones de la pareja, tanto en la vida diaria como en la intimidad.

2. Apoyo 

Si una pareja respeta las decisiones, gustos e integridad personal del otro, es porque comprende la individualidad dentro de la relación, y por lo tanto, le interesa su bienestar. 

3. Comunicación 

Para todo es importante la comunicación. Para todo. He visto variedad de matrimonios y relaciones de pareja que fracasan por una simple falta de intercambio de ideas u opiniones. Si se respetan y apoyan mutuamente la comunicación que se establezca no será dañina, al contrario, será fluida, sana y constructiva. 

4. Negociar

Existe la idea errónea de que en una discusión de pareja –donde hay diferencias de opinión– alguien tiene que ceder, pero esto no es así. Una vez que has logrado establecer una buena comunicación con tu pareja, se respetan y se apoyan, es más fácil sentarse a dialogar hasta llegar a un acuerdo del que ambas partes salgan beneficiadas. De esta manera, sentirán que sus opiniones y gustos son tomados en cuenta, y que no serán menospreciadas con tal de que el otro se sienta complacido.

El matrimonio no es un cuento de hadas

Tal vez la idea de que el amor no nace mágicamente, como en las películas o los cuentos de hadas, pueda matar la parte romántica para muchos, pues el pensar que, en realidad, el amor cuesta y se trabaja por él podría quitarle la «parte linda» a todo el asunto. No es así, sin embargo.

Después de reflexionar al respecto, he llegado a la conclusión de que es más gratificante y especial trabajar en algo que queremos lograr, en especial en una relación amorosa. Uno no «busca», mucho menos «encuentra» el amor, sino que lo construye.

 

Vía Familias.com

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