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Estudio determina que los ecuatorianos tienen el nivel de empatía más alto del mundo. Estas son las razones.

Un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Míchigan sugiere que los estadounidenses podrían estar prestando demasiada atención a sí mismos como individuos y no la suficiente a los demás. Según el estudio, Estados Unidos se encuentra en el puesto número siete en nivel de empatía en una clasificación con muchos otros países de todo el mundo. ¿Quién mereció el primer puesto? ¡Ecuador! Seguido de Arabia Saudí, Perú, Dinamarca, Emiratos Árabes Unidos y Corea.

A pesar de que esta clasificación de ninguna forma es una ley grabada en piedra, el autor principal del estudio, William Chopik, afirma que el estudio podría evidenciar que Estados Unidos puede que ya no merezca su antigua reputación de “gigante empático y generoso”, y señala que “Estados Unidos (…) ha experimentado unos cambios monumentales en cuestiones como prácticas y valores parentales”.

La información a la que se refiere Chopik se compiló a través de una encuesta por Internet a más de 104.000 personas de todo el mundo, comparando las características de 63 países diferentes. La encuesta recopiló información sobre la compasión de los participantes en relación a otras personas en general, así como su tendencia a imaginar el punto de vista de otros. Cualquier país que no dispusiera de suficientes participantes en relación con los demás países fue omitido del estudio.

¿Qué tiene Ecuador para ser el número uno?

Roman Krznaric, autor de Empathy: Why It Matters, and How to Get It [Empatía: por qué importa y cómo conseguirla], explica que el 98% de nosotros posee un cerebro programado para ser empático, pero la mayoría vive muy por debajo del “potencial empático”. Aquí resumimos tres formas para que todos consigamos ser seres humanos más compasivos.

1. Abrid los oídos

Escucha. ¿Estás escuchando? Vale, ahora escucha con más fuerza. Si estuvieras en Ecuador, es lo que harías, porque allí ir al grano en una conversación se considera de mala educación. Escuchar parece sencillo, pero escuchar de verdad a los demás es mucho más difícil de lo que solemos creer. A menudo nuestro propio flujo de ideas ahoga el contenido de lo que nos dice la persona que tenemos delante, de forma involuntaria.

El psicólogo Marshall Rosenberg, fundador del Centro para la Comunicación No Violenta (CNVC), de EE.UU., afirma que la empatía no consiste en hablar con el corazón. “Hablas con los ojos”, dice. “Hablas con el cuerpo. Si dices cualquier palabra, es porque no estás seguro de estar con la persona. Así que puede que digas algo. Pero las palabras no son empatía. Empatía es cuando la otra persona siente que hay una conexión con lo que está vivo en tu interior”.

Según la investigación de Rosenberg, las disputas entre trabajador y jefe se resuelven un 50% más rápido si cada parte repite lo que ha dicho la otra persona antes de añadir algo más.

2. Pregunta a la gente por sus vidas

En Ecuador, se dan los buenos días a todo el mundo. La idea de que siempre hay tiempo para ser amable es algo muy arraigado culturalmente. En muchas partes de los Estados Unidos, una actitud así se consideraría peculiar, por no decir excéntrica. Pero en realidad la charla dice más de lo que aparenta.

Después de todo, es fácil realizar conjeturas sobre las personas y sobre sus costumbres o profesiones cuando no las conocemos. Lo difícil es descubrir lo equivocados que podemos llegar a estar sobre alguien. Krznaric propone que hablemos con desconocidos o cuasi desconocidos, como el camarero del bar que frecuentemos. Pregúntale qué tal le va el día. No hace falta ser indiscreto para conocer un poquito a esa persona.

“Una buena receta para una empatía saludable es tener una conversación con un desconocido al menos una vez a la semana que vaya más allá de la charla superficial”, escribe Krznaric.

Sin embargo, además de los desconocidos, el investigador Chopik sugiere también cultivar y atender las relaciones personales profundas: “Las personas tienen cada vez más problemas para establecer relaciones cercanas significativas”, sostiene.

Así que no interactúes sólo con tus amigos de Facebook, organiza una buena cena en común o, simplemente, llama por teléfono. Esas relaciones significativas con los demás nos ayudan a vincularnos con las esperanzas y sueños de otra persona, además de preocuparnos por sus problemas.

3. Ponte en su piel por un día

La cultura estadounidense sabe mucho de motivación, de apuntar siempre alto y esforzarse por el éxito, pero a veces esta actitud puede crear una visión de túnel. Quedamos atrapados en nuestras rutinas y en nuestros trabajos y perdemos de vista las vidas de otras personas y sus problemas personales diarios.

¿La división de clases sociales es también un gran problema en Ecuador? Sí, sin duda, pero el tiempo familiar es también una prioridad enorme allí y algo que todo el mundo entiende y comparte. Por desgracia, este no siempre es el caso en EE.UU. De lo contrario, no habría por qué aplaudir a los comerciantes que dan el día libre a sus empleados el día de Acción de Gracias.

No obstante, hay que destacar que es posible que haya más entendimiento cultural en todo Ecuador que en EE.UU. porque en las comunidades del primer país tiende a haber menos diversidad. Es fácil comprender a alguien con un bagaje cultural similar al tuyo. El 94% de los ecuatorianos son católicos; el 65% de los ecuatorianos son mestizos (personas de ascendencia española, amerindia y africana).

En EE.UU., tenemos de todas las religiones, razas, etnias y grupos lingüísticos, cualquiera que se te ocurra. Somos un fantástico crisol de culturas que, aunque a veces puede resultar difícil de gestionar, es también una de las cosas que hacen hermoso a Estados Unidos.

Para reforzar nuestra compasión hacia los demás, haz voluntariado en una organización que ayude a personas con las que normalmente no convives. O, directamente, pídele a alguien que te deje ser su compañía durante un día libre, o intercambiad literalmente las vidas durante ese día, así recibirás algo de perspectiva sobre sus desafíos personales (y sus triunfos, claro, no todo va a ser malo).

Si no puedes seguir en persona a alguien durante un día, puedes seguir en Instagram a alguien con una perspectiva diferente del mundo, o puedes leer libros o ver películas que amplíen tus horizontes. Como aperitivo, rebuscad dentro de la Librería de Empatía online de Krznaric.

 

Vía Aleteia

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