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Elegir el sendero adecuado es una tarea difícil, pero no imposible.

 

¿Cómo puedo llamar a aquello que me movió a escribir este artículo? Podría decir que me inspiró mi vocación profesional, entendida como llamado, convocatoria, inclinación a un estado, profesión o carrera. Bajo esta perspectiva, yo tendría una vocación al servicio de los otros, a la búsqueda del bien común. Entonces me pregunto: ¿Esto quiere decir que la vocación es personal?

La vocación tiene que ver con la persona y sus habilidades, su capacidad para desenvolverse ágil y oportunamente en actividades que vayan de lo cotidiano a lo extraordinario o complicado.

 

No es solo juego de niños

Desde pequeños, tenemos diferentes tipos de intereses. Si observamos a un niño, nos daremos cuenta que es curioso, le gusta experimentar y jugar a todos los roles que ve en los adultos. Cuando un pequeño es motivado a descubrir, crece seguro de sí mismo, sabiendo que si se equivoca puede corregir, que hay que jugar de todo para saber qué es lo que al final de ese día buscará volver a jugar. En esos momentos estamos trabajando en la persona que luego escogerá una carrera, con base en lo que descubrió que le gusta.

Hoy los niños no juegan tanto a los roles (doctor, veterinario, abogado), sino a videojuegos o a juegos dirigidos que los entretienen; pero, al ser dirigidos, no les permiten proponer. Así obstaculizamos, en cierta medida, su autodescubrimiento de aquello que disfruten hacer y los encasillamos.

En los últimos años, tenemos un aumento considerable de las carreras técnicas y un alto desconcierto a preguntas como ¿qué estudiar? o ¿qué me gustaría hacer en mi vida? Otro motivo para esas preguntas se relaciona con el enfoque de éxito laboral que inculcamos a los chicos. Les decimos que escojan algo que les permita ganar mucho, y no les enseñamos que, por encima de ganar dinero, está la realización personal.

 

Disfrutar del trabajo

La vocación profesional parte de una inclinación personal, de algo que disfrutamos hacer en todo momento, en lo que somos hábiles y que debe aportar plenitud a nuestra vida. Esto hace que podamos trabajar disfrutando lo que hacemos, que seamos eficaces y productivos con posibilidades de ascensos laborales, así el verdadero éxito está garantizado.

Para descubrir la vocación profesional podemos hacer un proceso de orientación, enfocado a descubrir habilidades personales en relación a los intereses profesionales, de tal manera que podamos escoger la carrera adecuada. También es importante auto conocernos, para reconocer las cosas que se nos dan fáciles y aquellas que nos cuestan más.

Podría darse el caso de querer estudiar un área que no es aquella en la que somos rápidos. En estos casos, la perseverancia y el compromiso son los elementos que pueden ayudar a una persona para mantener el deseo de trabajo en el área escogida.

En niños, jóvenes y adultos debemos reforzar la idea de que el objetivo de un trabajo es la dignificación y realización del ser humano. Por tal razón, estamos llamados a trascender, a ir más allá, dejando nuestra huella en el trabajo diario -cualquiera que este sea porque solo así alcanzaremos parte de nuestra felicidad.

 

¿Cómo ayudar a nuestros hijos en el proceso de elección?
A los niños: 
• Dejarlos jugar de todo, en un juego libre que les permita descubrirse. 
• Enseñarles que tienen derecho a equivocarse y experimentar, eso asegura un proceso de autoconocimiento y exigencia. 
• Acompañarlos a diferentes actividades que les permitan conocer todo tipo de roles sociales y laborales. 
• Motivarlos a opinar sobre las cosas que les gusta ver, hacer, o que desearían probar. 
 
A los jóvenes: 
• Respetar sus decisiones sobre actividades que desean escoger, no porque la familia sea de doctores, ellos deberán serlo. 
• Estar atentos a su capacidad de autoconocimiento, si el caso es que no se reconoce a sí mismo, ayudarlo acercándolo a un proceso de orientación vocacional. 
• Permitirle pensar, dudar y repensar la elección de carrera. 
• Promover constantemente actividades que le permitan acercarse a diferentes realidades para ampliar sus expectativas de vida.

 

Por María del Carmen Rodrigo
Psicóloga Clínica
mariadelcarmenrodrigoh@gmail.com 

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