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Se prohíbe la venta de estas bebidas en los bares escolares, pero los niños y adolescentes pueden adquirirlas sin ninguna advertencia en los supermercados.

 

Desde hace algunos años hemos sido testigos de la proliferación en el mercado de las bebidas energizantes. Éstas se han abierto camino en nuestra vida con las más diversas promesas: hacernos más eficientes, más inteligentes, más productivos y ¡hasta hacernos capaces de volar! Lejos de cumplir esas promesas, las personas que las beben sí experimentan un aumento en su energía -de ahí su nombre de energizantes- lo cual las ha convertido en una opción interesante.

Estas bebidas energizantes, al irse afianzando en las preferencias del público al que estaba dirigido inicialmente, los adultos, han ingresado también a sus familias. Por eso, actualmente muchos adolescentes e incluso niños las consumen con regularidad.

Para los adolescentes, las bebidas energizantes aparentan una opción “saludable” para potenciar sus capacidades o sentirse “bien”, les sirve como una herramienta para socializar, un tema para comentar o una manera diferente de pasar el tiempo. Sin embargo, cada día se descubren más los efectos negativos de estas bebidas y en nuestra sociedad parecen ser inadvertidos.

La prestigiosa revista Pediatrics, en un editorial de marzo de 2011, presentó los 10 principales efectos adversos del consumo ocasional de bebidas energéticas en niños y adolescentes.

  • Menor sensación de bienestar, trastornos del estado de ánimo, baja autoestima y depresión.
  • Peor rendimiento escolar.
  • Mala calidad del sueño.
  • Exacerbación del asma.
  • Obesidad infantil.
  • Aumento de la tensión arterial.
  • Incremento indeseables de la glucemia (relacionado con el riesgo de diabetes).
  • Interacción con medicamentos que tome el niño.
  • Problemas dentales y óseos.
  • Riesgo de agravar afecciones cardíacas preexistentes.

 

Todos estos efectos, graves en su mayoría, pasan desapercibidos ante el consumo regular de estas bebidas por nuestros chicos y por el fácil acceso que tienen a ellas en los supermercados. Si bien, debido a la normativa actual, estas bebidas no se venden en los bares escolares, son de venta legal a niños y adolescentes sin ninguna advertencia.

El consumo regular de energizantes, cita el mismo estudio de Pediatrics, causa en nuestros chicos epilepsia, diabetes, problemas cardiacos y trastornos del ánimo. Esto nos ha llevado a conocer casos de hospitalización, discapacidades graves y muerte por el consumo de estas bebidas y por la peligrosa mezcla que hacen de éstas con drogas legales e ilegales.

Así como se introdujeron en la vida de nuestros chicos a través de nosotros, los adultos, debemos asumir la responsabilidad de eliminar o, al menos, moderar su consumo para prevenir problemas en el desarrollo de sus pequeños órganos. Además debemos generar consciencia en nuestros chicos de que no necesitan ninguna bebida para sentirse más capaces o más “energizados”. La motivación debe salir de ellos mismos y del valor que tienen como persona.

 

Por: Inés Cobo Travecedo

Directora Ejecutiva Sir Thomas More

 

 

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