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Después de cuatro días el Papa Francisco deja el Ecuador, no sin antes haber alborotado a un pueblo por su mensaje, su cariño y su figura. También ha sido ocasión para que la sociedad comprenda que el mensaje del Vicario de Cristo no debe sobreponerse a los enunciados políticos, sino que está allí para iluminar cada instante de la vida pública.

Cada encuentro fue una ocasión para que el pueblo le manifestara su cercanía y su alta religiosidad, lo que también ha sido visto en el trabajo de los entes gubernamentales, que dieron todas las facilidades logísticas y de seguridad que el ilustre visitante lo demandaba. 

No solo han sido Quito y Guayaquil los que han dado lo mejor de sí para que Francisco sienta estas expresiones. Otras ciudades como Cuenca, Ambato y Cotopaxi siguieron de cerca cada momento de la visita apostólica

Pueblos del interior

A fin de seguir los eventos desarrollados en el programa del papa, pastores y fieles acudieron a la catedral de Cuenca para escuchar el mensaje a través de pantallas de televisión instaladas para tal fin.

La Basílica Menor de Santa Rosa en Ambato, provincia de Tungurahua, fue escenario para que cientos de fieles acudieran al llamado de las campanas, y presenciar así las misas campales donde el papa habló de la familia y de la evangelización.

Como la palabra de Dios no puede estar encadenada, los reclusos del Centro de Rehabilitación Social de Cotopaxi pudieron seguir los acontecimientos de la visita del santo padre al Ecuador, hecho que se realizó también en otros centros de rehabilitación del país, tanto de hombres como de mujeres.

Una fe confirmada 

Es un hecho que la Iglesia ecuatoriana, sea en la capital como en las provincias, ha visto reavivada su gran fe y devoción, tal como el Papa lo ha puesto en evidencia en su mensaje final a la vida consagrada.

Pero el pueblo católico sintió también su cercanía frente a un solo pastor como es el Papa, el impulso misionero que les dio y la certeza debida de que el cristianismo tiene mucho que aportar a una auténtica revolución ciudadana.

Esto tiene como base el hecho que durante el último censo nacional de 2012, el 92% de la población se declaró creyente, frente a un 7,9% de ateos y solo el 0,1% agnóstico. De este grupo que creen, cerca del 85% sería católico.

Durante el mismo estudio, un 31,3% de los católicos aseguran asistir a la misa una vez por semana, mientras que un 21,6% lo hace una vez por mes. Algunos más fervorosos (7,2%) declaran ir más de una vez a la semana, mientras que un 7,6% lo hace más de una vez al mes.

 

Vía Aleteia

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