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Escribo, habitualmente, sobre relaciones tóxicas, enfermizas y abusivas, en las que, casi siempre, está presente algún trastorno de personalidad.

Cuando se trata de esas relaciones, no hay nada que pueda evitarse a no ser la propia relación. Es necesario correr lejos y nunca más mirar atrás.

Por otro lado, es un error pensar que tener una relación saludable significa tener una relación sin problemas. A veces, estamos frente a alguien sin ninguna perturbación mental, con quien la relación es buena y fluye bien, pero que tropieza frente a cuestiones que, con amor y empatía por el otro, es posible resolver fácilmente.

 

Conoce algunas de las cosas que pueden estropear una relación saludable:

 

Amenazar con terminar la relación sin tener realmente la intención de hacerlo

Cualquier pleito y luego la frase amenazadora de “esto ha acabado” o “entonces vamos a terminar”, hacia alguien que amas de verdad, es algo muy doloroso.

Si eres de aquellas personas que tiene el hábito de decir eso en cualquier discusión, observa la reacción de la otra persona. ¿Entiendes que hiere? Presta atención. Si después actúas como si nunca hubieras dicho eso, el miedo a terminar deja de existir y te encontrarás frente a la siguiente respuesta: “¿Quieres terminar?”, corriendo el riesgo de no volver a ver nunca más a esa persona.

Exigir atención o disciplina de forma exagerada

Está claro que deseamos parejas atentas, pero no transformes esa necesitad en un martirio para el otro. El exceso de exigencia (no llamó cuando dijo que llamaría, no respondió el mensaje en el momento, no hizo exactamente como dijimos, etc.) puede acabar sofocándolo y hacerte parecer egoísta, comportándote como si el otro girara alrededor de ti. Intenta pensar en la importancia de lo que captó la atención de tu pareja y sosiégate.

Esperar siempre que el otro pida disculpas

En una relación saludable, no importan quién comete el error. Es exactamente en el momento en que nos equivocamos cuando necesitamos comprensión. Demuéstrala, no haciendo que el otro se humille ante ti. Si la equivocación no fue tuya y no piensas que debes pedir disculpas, comprende que, aún así, la mayoría de las veces, un poco de buen humor lo resuelve.

Mal humor

Existen personas que se ponen de mal humor al despertar, el domingo en la noche, porque su equipo perdió o porque tienen un subibaja de emociones a lo largo del día. Eso hace que la pareja pise sobre huevos, cansándola al no saber cuándo surgirá en la cara del otro la sombra del mal humor.

Si tienes problemas de mal humor, busca ayuda profesional. Tu pareja no está obligada a adecuarse a los cambios injustificados de humor todo el tiempo.

Nunca ayudar con tareas de casa

En un mundo moderno, en el que ambos trabajan, no existe nada más desgastante que tener que cuidar de la casa, la ropa, los hijos, el coche y la comida solo.

Hay parejas que se rehúsan a ayudar porque nunca tuvieron que ayudar en casa de los padres o simplemente porque no les gustan esas tareas. Sin embargo, es necesario recordar que al otro pueden no gustarle tampoco esas actividades y realizarlas para tu bienestar. Entonces, ¿por qué no contribuir?

Enterrarse en la rutina

El trabajo, las obligaciones, los compromisos, el tráfico, todo conspira para que vivamos en la más perfecta armonía con la rutina. Espera. No hay nada de malo en la rutina, por el contrario, casi siempre trae esa sensación de estabilidad que las relaciones sólidas necesitan.

Quebrarla, sin embargo, es un ingrediente obligatorio para no matar de tedio la relación. De vez en cuando, inventa un viaje corto, una noche fuera, una huida en coche, un helado en la esquina, una nota en el bolsillo, una foto de los dos en la parte delantera del coche con una nota cariñosa.

Eso despierta la relación y da calidez al corazón. La falta de ese movimiento puede llevar al otro a encontrar emociones en lugares donde tú no estás…

Nunca elogiar la belleza física del otro

Algunas personas no tienen el hábito de decir que la otra persona es bonita, atractiva, seductora, fuerte, olorosa, etc. Lo piensan pero no lo dicen.

Que sepas que dejar claro que piensas que tu pareja es atractiva la hace sentir querida y, créelo, no hay nada más estimulante que eso.

Si tu otra mitad se siente amada, su autoestima y seguridad aumentan, no te olvides.

Permitir que familiares o amigos ofendan a tu pareja

Tienes una hermana que no quiere a tu pareja, tu madre piensa que no es buena para ti, tu padre dice que tiene cara de que no vale para nada, tu amigo hace bromitas.

Muchas veces, sin un fundamento real, familiares y amigos se sienten con la libertad de hablar de cosas ofensivas y cortantes al respecto de tu pareja, sin ningún cuidado o sin cuestionamiento de si la van a herir, sólo porque sienten que tu atención hacia ellas está en peligro por la presencia de la persona que has escogido.

Este tipo de conducta debe cortarse desde el primer episodio. Aclara que esa es la persona que has escogido y que exiges respeto hacia ella. No la dejes confundida al tener que defenderse con total desconocidos.

Si no sabes tomar una postura entre tu pareja y tu familia y amigos, corres el riesgo de que el otro se sienta pisoteado, expuesto y abandonado por ti frente a ellos. Si eso sucede y tu pareja fuera alguien con amor propio, optará por la salida de emergencia más cercana.

Falta de apoyo moral

No hay cosa peor que buscar los brazos de la pareja frente a una frustración y no encontrarlos, o que minimice tu problema.

A veces, tu pareja puede tener un pésimo día, perdió el teléfono, una reunión importante, un trabajo, la hora, chocó con el coche o ese día está triste. En días así, no necesitas saber nada o inventar la rueda para resolver el problema del otro.

Te puedo garantizar que lo único que el otro realmente espera de ti es: “Yo se que tu día fue malo, pero yo estoy aquí a tu lado y vamos a superar o encontrar juntos una solución”. Puede ser que, sólo eso, ya resuelva el 90% del problema.

 

Vía: Aleteia

 

 

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