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A propósito del Día de la Bandera (26 de septiembre) en donde los bachilleres de la República hacen el juramento a la bandera, una de nuestras colaboradoras nos envía una pequeña reflexión sobre este día. 

Leí en el muro de Facebook de una de mis amigas, que un turista hospedado en el hostal que ella administra había comentado: “¡Qué fascistas son aquí! Todos los días le cantan a esa bandera”. Esto luego de 8 días de escuchar que los niños de la escuela vecina cantaban el himno mientras se izaba la bandera a las 7am. Mi amiga lo escribió a manera de apoyo al turista francés y yo me quedé pensando: ¿por qué no izar la bandera? ¿Por qué es fascismo cantar el himno?

Como profesora de historia revisé las respuestas a mis preguntas y me quedó claro que la repetición de los actos no crea el sentido de valor de los mismos; por el contrario, los hace un ritual. Cuando el ritual no es concientizado no refuerza el amor a aquello que representa.

Cantar el himno, jurar la bandera, admirar el escudo, responde a la veneración de los valores que se vivieron para llegar hasta esos símbolos que representan elementos de nuestra historia. Tal como se repetía en la vieja escuela: amarillo por el sol y la guía, azul por los mares, ríos y la grandeza de mi patria y rojo por la sangre que derramaron nuestros héroes. Cabe preguntar ¿esos son valores, esto es vigente? La respuesta inmediata sería: no, ni lo uno, ni lo otro.

Entonces, ¿por qué aún jurar la bandera, cantar el himno y tener cerca o en un lugar atractivo el escudo? Dar una sola respuesta es pretender tener la razón y la historia también nos ha enseñado que no hay la verdad única ni total.

¿Por qué la necesidad de los símbolos patrios y los rituales que conllevan actos como el de hoy?

Otto Yela, catedrático de Semiología de la Imagen, decía: “Estos símbolos, que llamamos patrios, son una serie de estímulos emocionales que tienen el poder de conmover a la gente”. Es decir, los símbolos pueden generar nostalgia, reavivar recuerdos y encender emociones variadas; de hecho, hay gente dispuesta a arriesgar su vida por ellos. Pero ¿qué nos representan si son completamente lejanos a nuestra realidad? Me queda como eco. ¿Son lejanos? ¿Por qué lejanos, si nos hablan del valor de algunos para que hoy nosotros seamos libres?

La única respuesta que tengo es que no hemos logrado darnos cuenta de que nuestro ayer ya es historia; que en nuestro hoy estamos marcando el rumbo del mañana. Todos somos actores principales de la historia. La propia, la de la comunidad cercana, la de mi ciudad, la de mi país, la del mundo. Nuestras palabras dan forma a nuestra realidad. Cada uno de nuestros actos puede hacer un cambio a aquello de lo que nos quejamos. “Porque así somos”; “son nuestras raíces”; “porque así ha sido siempre”, ¿cómo lograr cambiarlo? ¿cómo impactar en el otro si solo soy yo? ¿qué tienen que ver esos símbolos con sus valores de lealtad, libertad, respeto, lucha por los ideales, conmigo?

Lo tiene todo que ver. Tiene que ver con cada uno de nosotros en nuestro día a día, cuando saludamos, cuando damos nuestro esfuerzo porque así es como debe ser. En estos actos, en esos momentos están puestos valores como la lealtad, honestidad, esfuerzo e ideales.

Aquellos símbolos que vemos distantes sí son cercanos a nosotros, es solo que no reconocemos en nosotros aquellos valores que los símbolos representan, justamente por eso fueron creados y por eso son expuestos, para recordarnos nuestra propia nobleza, el poder que tenemos en el cambio del rumbo del hoy que vivimos.

A los jóvenes…

Que estamos rodeados de absurdos es real en la mayoría de los casos; que el mundo ha cambiado y los valores no son importantes es mentira; ese es justamente uno de los absurdos a los que estamos expuestos todo el tiempo. Sin embargo, muchos juraron la bandera, recordando lo que ella simboliza. Los símbolos no son lejanos, los valores no se han perdido; la historia no es ayer, todo lo mencionado es hoy y tiene que ver con nosotros. Somos nosotros los héroes del día a día de nuestros días. Es importante saber que también podemos ser los antihéroes. ¿Qué papel queremos representar? Estén dispuestos a jurar compromiso y amor, a dar lo mejor de ustedes; a vivir aquellos valores éticos que harán de éste un mundo mejor.

A todos ustedes jóvenes de hoy, adultos de mañana están invitados a hacerlo.

Por: Ma. del Carmen Rodrigo
Psicóloga Clínica
mariadelcarmenrodrigoh@gmail.com

 

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