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Con el fin de lograr que cada vez sea más digna y correcta nuestra presencia en la iglesia –principalmente en la Santa Misa-, recordemos algunas normas:

Puntualidad, para no llegar atrasados a Dios y así, prepararnos con oración.

Se debe apagar el celular antes de entrar en la iglesia.  Asegúrate, por favor.

El centro de la iglesia es Nuestro Señor Jesucristo: real, verdadera y sustancialmente presente en la Eucaristía, que se conserva en el sagrario.  La lámpara encendida junto al tabernáculo (sagrario) nos indica que Jesús Eucaristía está allí reservado.  Todo lo que hagamos por adorar al Santísimo Sacramento, será poco. Es incorrecto, por tanto, entrar en la iglesia y sentarse en seguida, o saludar a las imágenes y no prestar atención al “Dueño de Casa”.

Recordemos que –salvo que alguien tenga alguna imposibilidad física-, el modo normal de expresar la adoración a Jesús Sacramentado es hacer la genuflexión.  O sea, hincar la rodilla derecha en el piso, mirando hacia el sagrario, mientras con el corazón hacemos un acto de fe y de amor.  Y todo esto lo vivimos siempre: al entrar o salir del templo, y también cuantas veces uno tenga que pasar por delante del tabernáculo.

Si no está el Señor reservado en el sagrario, la lámpara indicadora permanece apagada; en ese caso, se hace sólo una reverencia hacia la Cruz o hacia el altar, inclinando levemente la cabeza junto con los hombros.

Sobre la ropa:

Si en toda ocasión hay que vestir con la decencia y la dignidad propia de los hijos de Dios, mucho más cuando vamos específicamente a estar con Él.  El pudor y la modestia son virtudes olvidadas que hay que rescatar.  Por tanto, se evitarán: minifaldas, shorts, prendas muy ajustadas o transparentes, escotes, chancletas, etc. Si alguien entra con ropa de gimnasia –que no es lo más aconsejable-, debe cubrirse con la chompa y el calentador.

Las piernas:

Siempre hay que cuidar –como detalle de urbanidad hacia Dios- el no cruzar las piernas cuando se está sentado dentro de un lugar sagrado.

Por motivos de higiene y también de respeto a los que vengan después, así como por cuidado de las bancas, procuramos no pisar el reclinatorio ni apoyar los zapatos en ese lugar, que sólo se usa para no tener que arrodillarse en el piso.

La boca:

La iglesia es un lugar de silencio, porque es lugar de oración.  Se evita totalmente charlar con los demás como si estuviéramos en la calle.   

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