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Padre estoy confundida.  ¿Ha habido una flexibilización en la Iglesia en cuanto a los divorciados y vueltos a casar? En lugar de decirles que “carguen su cruz” y se acerquen a Dios, ¿no sería mejor decirles que resuelvan su situación separándose de su actual compromiso y regresen con quien se casaron originalmente?  Por otro lado, ¿qué pasaría con los hijos del segundo matrimonio? Teresa Nieto

 

Que yo me haya enterado no ha habido ningún cambio en la Doctrina de la Iglesia Católica  sobre el matrimonio y la administración de los sacramentos. Partamos de la base, de donde se nutre la enseñanza de la Iglesia sobre este tema. Esta doctrina es una ley de origen divino, quiere decir que Dios mismo nos la da y con total claridad, “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, Mt19,6.  En otro momento Jesús dirá: “Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”,Mc 10,11-12.

 

Por lo tanto, vemos con claridad cómo el Señor Jesús habla de una unión indisoluble, que solo separa la muerte. También dirá: “Ya no son dos sino una sola carne.” Un misterio que lleva, por lo tanto, a que la Iglesia cuide la unión matrimonial, porque así nos lo pidió el Señor Jesús; y como buenos administradores, debemos ser fieles a lo enseñado y dicho por Él. Una persona divorciada, vuelta a casar no puede recibir la Santa Eucaristía, ni tampoco el sacramento de la reconciliación, no porque la Iglesia “la castigue” de esta manera, sino porque es la consecuencia de una acción: es la persona misma quien se ha puesto en esta situación.

También recordemos que la vida cristiana no se agota en la vida eucarística, es verdad que la Eucaristía es la fuente y el culmen de la vida cristiana, pero existen otros ámbitos que pueden acercarnos a Dios. Queda claro que las circunstancias detrás de cada separación son muy diversas y dolorosas, y con consecuencias muy dolorosas.

En algunas circunstancias, aquello que planteas: “que simplemente vuelvan a vivir con quien están casados(as)  y que dejen la unión en la cual se encuentran ahora”, es imposible, por diversas razones. Con esto no estoy diciendo que está bien, que quienes se han separado, se unan en un nuevo compromiso, sino que no se puede decir con simpleza que arreglen “su situación” volviendo con quien están casados.

Lectura recomendada: Familiaris Consortio, el numeral 84

Juan Pablo II decía: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido” (Familiaris Consortio n.84). Mi primera recomendación a las personas que han sufrido una ruptura en su matrimonio, es que se mantengan fieles al compromiso asumido de cara a Dios.

Cuando se dan uniones nuevas, hay que acompañarlos. La Iglesia es madre y una madre quiere a todos sus hijos, pero de manera especial atiende a sus hijos cuando estos están pasando por dificultad, o enfermedad, no deja de querer a los otros, simplemente les da más atención porque la necesitan. Lo mismo tenemos que hacer nosotros, buscar ayudar, acompañar y acercar a la Iglesia a las personas que viven en esta situación. Por lo tanto, la doctrina no puede cambiar, porque no podemos cambiar lo dicho por Jesús; pero lo que sí creo tenemos que  ir mejorando es la manera cómo se atiende a las personas que viven en esta situación. “La Iglesia está firmemente convencida de que también quienes se han alejado del mandato del Señor y viven en tal situación pueden obtener de Dios la gracia de la conversión y de la salvación si perseveran en la oración, en la penitencia y en la caridad.”(Familiaris Consortio n.84). Como vemos, ya Juan Pablo II hablaba de esta atención y acercamiento a los hermanos en la fe que viven en esta situación. 

 

Por P. Enrique Granados
Sodalicio de Vida Cristiana
preguntasfe@revistavive.com

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