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Como nos ven nos tratan, y la imagen que proyectamos nos dirige automáticamente hacia un lugar u otro.

Vivimos en una era moderna de cambios más rápidos de los que podemos asimilar, evaluar y reflexionar. La moda femenina en particular es uno de los principales camaleones dispuestos a ridiculizarnos, si no estamos con ella. Sin embargo, tampoco sería prudente perderla de vista ya que lucir actualizada, o “a la moda”, nos da siempre un aire de frescura, juventud y renovación.

La  moda es una herramienta maravillosa si la vemos como es: una propuesta nueva a considerar principalmente para nuestro cuerpo, edad, principios y valores. La única culpable de verse inapropiadamente vestida, eres tú (la adolescente, la mujer, la madre)… no la moda.

De la moda debemos aprender a tomar únicamente aquello que nos dignifica, es decir, nos mejora en nuestra parte física, moral y espiritual (trascendente) que somos, como dicen: “El buen traje encumbre el mal linaje”. La dignidad es el valor más atractivo para el sexo opuesto, es ese no sé qué, que se distingue a kilómetros de distancia. Y lo conseguimos vistiendo líneas suaves (no ajustadas ni grandes) que nos ayuden a disimular el dulce que nos comimos el día anterior, transparencias sobrepuestas hasta para mantener la curiosidad, faldas o escotes moderados, los excesos nunca nos han hecho quedar bien, “Hazte la fama y échate a la cama”.

El color, por ejemplo, es uno de los elementos más importantes de la prenda, debe ir acorde con nuestra coloración natural (pelo, piel y ojos) es el responsable de hacernos lucir más jóvenes, creativas, entusiastas, serias, aburridas, pálidas, in o out. Por lo tanto, es el elemento que más importancia le debemos dar, si  queremos lucir a la moda.

Estar a la moda es el mensaje que estamos enviando diariamente con nuestra postura, gestos, palabras, vestuario, maquillaje.

Personalmente, considero más importante lucir actualizada que estar a la moda, ya que la primera indica una moderada y cuidadosa atención a la apariencia logradas a través de uno que otro artículo favorecedor en boga, mientras que en la segunda se puede caer en el peligro de parecer disfrazada y superficial.

Algo que nos debe preocupar más que estar a la moda es el mensaje que estamos enviando diariamente con nuestra postura, gestos, palabras, vestuario, maquillaje, etc;  que lo dice todo en los primeros segundos de conversación y que no se borra fácilmente.

Para reflejar una correcta imagen debemos primero cuestionar nuestras metas y la clase de personas a las que quiero atraer o rodearme, la carrera que quiero seguir, meta laboral, con quién quiero formar una familia, etc. Como dice el Gran libro de la vida: “No podemos servir a dos amos”, es decir, no podemos esperar oportunidades vistiendo como mendigos, ni ilusionarnos con una pareja seria, inteligente y virtuosa vistiendo o comportándonos dudosamente, amigas queridas. Como nos ven nos tratan, y la imagen que proyectamos nos dirige automáticamente hacia un lugar u otro. El factor suerte no existe en el 99% de los casos. La mayoría de los “¿por qué a mi?”  se encuentran tanto en nuestra conducta, como en nuestra manera de vestir. La buena noticia es que no depende de otros el darnos cuenta  y mejorarla.

Reflexionemos sobre la frase popular gringa: “Dressed for success” vistámonos entonces para el éxito… en ésta vida y sobre todo para la otra.

 

Por: Gina Lamparelli de Aguilar

Diseñadora de modas y Asesora de Imagen Personal 

www.ginaimagen.com 

 

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