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Cuando estudiaba en la universidad, recuerdo que varios estudiantes de biología se alejaron de su fe cristiana al pensar que era incompatible con el conocimiento científico que iban adquiriendo. En una reunión, un compañero se burló de la Iglesia por enseñarnos la tonta idea de que el mundo fue creado en 7 días. Seguramente, en su pobre conocimiento religioso, nadie le explicó que el Génesis es un libro escrito con mucho simbolismo y que la Biblia en general es un manual de salvación, no una enciclopedia académica.

La gran mayoría de los autores católicos que reflexionan sobre la ecología lo hacen fuera de las enseñanzas del magisterio.

Del primer capítulo del Génesis podemos aprender por ejemplo, que Dios es el creador del Universo. Sin importar los millones de años que tomó el proceso, Él sigue siendo su autor. Al terminar cada día, se lee que todo lo creado “es bueno” y cuando crea al ser humano lo hace “muy bueno”. En el segundo capítulo se indica que el hombre debe “cultivar y cuidar” la creación. Esto sería una excelente fuente de inspiración para cualquier cristiano estudiante de ciencias ambientales; sin embargo, por lo general esto no sucede.

Católicos: poco afecto hacia medio ambiente

En el mundo existe una ruptura entre fe y ecología. La gran mayoría de los católicos, tienen muy poco afecto hacia el medio ambiente y en consecuencia no toman ninguna acción concreta para cuidarlo. Jamás se les ocurre que ser administradores responsables de la creación es una buena forma de agradar a Dios. En el otro extremo, tenemos a aquellos apasionados por la “Madre Tierra”, que no encuentran dentro de las enseñanzas cotidianas de la Iglesia la suficiente preocupación por la naturaleza. EcologíaEsto no significa que la Iglesia no diga nada sobre el cuidado a la creación, el compendio de la Doctrina Social de la Iglesia tiene un capítulo completo dedicado al tema; pero, ¿quién lo ha leído? Entonces llenan este vacío con New Age, “ecología profunda” o cualquier otra filosofía extraña.

Lo cierto es que resulta muy complicado en la actualidad encontrar textos cristianos que reflexionen sobre el problema ecológico. Llevo años investigando sobre el tema y solo he podido conseguir 8 libros, casi la mitad de ellos de autores protestantes y el resto católicos, pero que no se guían por el magisterio. 

Pierre Teilhard de Chardin
Pierre Teilhard de Chardin, sacerdote jesuita, además de paleontólogo y filósofo, su pensamiento influyó en la redacción de Gaudium et Spes, uno de los principales documentos del Concilio Vaticano II.

Uno de los autores católicos que más ha reflexionado sobre el tema es Pierre Teilhard de Chardin (1881 – 1955), quien fue un sacerdote jesuita, además de paleontólogo y filósofo. En 1958, el Santo Oficio, emitió un decreto por el cual requería a las congregaciones retirar de todas las bibliotecas, las obras de este autor por “representar ambigüedades e incluso errores tan graves que ofenden la doctrina católica”. Sin embargo, hay quienes afirman que el pensamiento de Teilhard influyó en la redacción de Gaudium et Spes, uno de los principales documentos del Concilio Vaticano II. El Papa Benedicto XVI también afirmó durante una homilía en 2009 que este sacerdote tuvo una gran visión.

Leonardo Boff
Leonardo Boff, uno de los autores de la Teología de la Liberación, se ha inclinado ahora hacia la ecología, pero decidió abandonar la Iglesia católica.

Uno de sus seguidores fue el sacerdote pasionista Thomas Berry (1914 – 2009), famoso historiador cultural y “eco-teólogo”. Este autor, mezcla la doctrina católica con la ecología profunda, la cosmovisión de los nativos americanos y el shamanismo. Definitivamente sus obras no son recomendables para el lector que conoce poco de su fe pues podría resultar confundido.

Siguiendo esta misma línea, se encuentra el ex-sacerdote dominico Matthew Fox (nacido en 1940). Él es uno de los principales exponentes del movimiento llamado “Espiritualidad de la Creación”, que se inspira en algunos místicos católicos pero incluye criterios del budismo, judaísmo, sufismo y tradiciones indígenas, buscando un “ecumenismo profundo”. En 1983 la jerarquía de la Iglesia empezó a investigar la línea teológica de Fox, incluso fue prohibido de enseñar durante un año por el cardenal Joseph Ratzinger. En 1993 fue expulsado de la Orden de los Dominicos por desobediencia y se incorporó a la Iglesia Episcopal (versión estadounidense de la Iglesia Anglicana). Su posición teológica puede categorizarse dentro del Monismo y Panenteísmo (no confundir con Panteísmo). 

Contemporáneo a Fox, pero nacido en Brasil, tenemos al ex sacerdote franciscano Leonardo Boff. Él es uno de los autores más famosos de la Teología de la Liberación pero desde que participó de la Cumbre de Río de Janeiro por el Medio Ambiente (1992), su reflexión se ha inclinado fuertemente hacia la ecología. Justamente, en ese periodo, decide abandonar la Iglesia, después de haber sido sancionado por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Boff distingue la ecología ambiental, social y mental que deben culminar en una ecología integral. También defiende el concepto de Panenteísmo que indica que todo está en Dios y Dios está en todo, a diferencia del panteísmo para el cual todo es Dios, no lo distingue de las creaturas y por ende éstas no poseen autonomía.

Como hemos observado, la gran mayoría de los autores católicos que reflexionan sobre la ecología lo hacen fuera de las enseñanzas del magisterio. La única forma de garantizar que un texto que vamos a leer esté libre de error en materia de doctrina y moral católica es que cuente con un sello aprobatorio oficial de la Iglesia. Imprimi potest (“puede imprimirse”) se aplica para los miembros de órdenes religiosas e implica que la obra ha sido revisada por el superior. Nihil obstat (“nada se opone”) indica que la obra ha sido escudriñada y aprobada por el censor de la diócesis y no se han encontrado errores doctrinales ni morales. Finalmente, la obra recibe el Imprimátur (“imprímase”) que es la aprobación oficial del obispo.

De los libros que he encontrado, lastimosamente, ninguno cuenta con estos “sellos de calidad”, por lo cual debo leerlos con mucho cuidado, contrastándolos siempre con la enseñanza oficial de la Iglesia. Está claro que todavía tenemos mucho por trabajar, para que un futuro, nuestros hijos encuentren en sus universidades textos y profesores que les ayuden a entender que no hay mayor motivación para ser ecologista que la gratitud a Dios por el don de la creación.

jose miguel

Por Ing. José Miguel Yturralde M.Sc.
Director General Ypsilom
jmyturralde@ypsilom.com

psil

 

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