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El tiempo de reconciliación es ahora, porque Jesús ya llega a nuestros corazones; es tiempo de revisar el corazón y postrarnos ante Dios.

 

Es imposible ignorar el ambiente de alegría y esperanza que nos invade en Navidad. A los más pequeños, sin duda, les ilusionan los pesebres, los villancicos, las posadas, los juguetes; y a los que no somos tan chicos, Navidad nos llena de ilusión, pues es una nueva oportunidad de revisar el corazón y postrarnos ante Dios.

Para nuestra vida espiritual, la Iglesia nos ofrece –en este tiempo de Adviento– la oportunidad de prepararnos: preparar nuestros corazones, de acudir al sacramento de la reconciliación y de revitalizar nuestra relación con Dios.

Además, el espíritu navideño nos invita a acercarnos más a la familia, a ver con más frecuencia a esos amigos de toda la vida, a poner “mejor cara” en el trabajo, a tratar con más paciencia a los hijos.

Qué lindo es dejarse invadir por esa esperanza genuina que nos lleva a ponernos delante de Dios y a ofrecer como el villancico El Tamborilero, todo lo que somos, todo lo que tenemos.

Navidad viene atada al fin de año y tal vez, es por eso que nos lleva a cuestionarnos como dice la canción “Otro año que queda atrás, mil momentos que recordar”. A veces al recordar esos momentos, nos damos cuenta que no hemos sido los mejores padres, los mejores hijos, los mejores hermanos, que no hemos hecho las cosas bien.

Es una nueva oportunidad de revisar el corazón y postrarnos ante Dios.

Este tiempo es la mejor oportunidad para empezar a hacer las cosas bien, la oportunidad para reconciliarnos con aquel amigo al que sin querer hemos ofendido, con aquel hijo al que no le hemos dado toda la atención que necesita, con el padre a quien no hemos agradecido suficiente. Lo más probable es que, gracias al espíritu navideño que nos invade a todos, nos encontremos con un abrazo enorme, una sonrisa sincera y un enorme ¡gracias!

Esta es la oportunidad de mirar hacia adentro y revisar si hemos sido fieles a nosotros mismos, a nuestros valores, nuestros ideales, nuestra fe. Seguro, en lo más profundo de nuestro corazón Dios nos está pidiendo que nos comprometamos con algo, que nos hagamos presentes en la vida de alguien, así como Él llega a nuestro hogar en Navidad.

Que esta Navidad, nos haga conscientes de esa historia eterna, de esa única venida de Jesús, que nació en el pesebre para salvarnos, para alcanzarnos la eternidad.

Por: Inés Cobo de Gilbert

Psicóloga

Directora Ejecutiva

Sir Thomas More

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