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El Papa Francisco celebró la Santa Misa en Temuco, en la zona de la Araucanía, en Chile, bello lugar pero con una historia cargada de injusticias como los señaló el propio Obispo de Roma.

Al inicio de su homilía, Francisco saludó a algunos pueblos originarios de la región, mapuches, quechua, atacameños, rapanui, etc, que viven en las tierras al sur del país. “Doy gracias a Dios por permitirme visitar esta linda parte de nuestro continente, la Araucanía: Tierra bendecida por el Creador con la fertilidad de inmensos campos verdes, con bosques cuajados de imponentes araucarias… Este paisaje nos eleva a Dios y es fácil ver su mano en cada criatura”.

Además, apuntó que la Santa Misa se celebraba en el Aeródromo de Maquehue, donde se habrían llevado a cabo múltiples violaciones a los derechos humanos. “Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias. Y recordando estas cosas nos quedamos un instante en silencio ante tanto dolor y tanta injusticia. La entrega de Jesús en la cruz carga con todo el pecado y el dolor de nuestros pueblos, un dolor para ser redimido”, dijo el Papa.

En busca de la unidad

Así haciendo eco de la oración de Jesús, para que todos sean uno, Su Santidad alertó sobre dos peligros que atentan contra esa unidad.

En primer lugar señaló a los falsos sinónimos, ya que la unidad no es uniformidad. Esta no nace de “silenciar las diferencias”, porque no es ni será una uniformidad asfixiante que nace principalmente del predominio y la fuerza del más fuerte, ni tampoco una separación que no reconozca la bondad de los demás. La unidad pedida y ofrecida por Jesús reconoce lo que cada pueblo, cada cultura está invitada a aportar en esta bendita tierra. “La unidad es una diversidad reconciliada porque no tolera que en su nombre se legitimen injusticias personales o comunitarias”.

Asimismo, el papa indicó que la construcción de la unidad no puede aceptar cualquier medio, siendo esta la otra tentación que rechazar. Señaló que hay dos formas de violencia, una la de estipular “bellos acuerdos”, pero nunca concretarlos y es violencia “porque frustran la esperanza”.

Por otro lado, subrayó que “no se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división”. Es así que enfatizó que “la violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos ‘no a la violencia que destruye’, en ninguna de sus dos formas”.

 

Vía: Yo Influyo

 

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