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Muchas veces los padres de familia corregimos a los hijos para formarlos según nuestros intereses.

 

“Mamá, ¿vas a ir a verme al entrenamiento, presentación, ensayo…?” y así la última palabra puede ser completada con cualquier otra actividad que para nosotros, padres de familia, no resulte de mayor importancia. Esto nos lleva a la respuesta: “Haré lo posible”, “hoy no creo”, “tú sabes que a esa hora estoy en el trabajo”, “voy cuando sea competencia o presentación general”.

El niño te mirará y con la respuesta en sus oídos entenderá: “No tiene tiempo, no soy importante, la competencia o presentación es lo que importa”.

Entonces yo pienso, luego de todos los estudios que demuestran que lo importante es que los chicos disfruten de sus actividades, ¿será que los adultos no hemos entendido la palabra disfrutar?

Creo que como adultos y papás es importante preguntarnos: ¿qué cosas hago con mis hijos que disfrute de ellos y de mí con ellos? Esto vale cuestionárselo, porque disfrutando -contactando mis sentidos son los suyos- puedo ser feliz y enseñarles a serlo.

Un ejemplo futurista

Voy a ser futurista en la historia para explicar con un ejemplo.

¿Será que los adultos no hemos entendido la palabra disfrutar?

La mamá que provocó la pregunta del niño fue a verlo al entrenamiento y se portó como una ‘mamá juez’. Ojo, esto no quiere decir que fue grosera, sus frases fueron: “Debiste correr más rápido”, “parece que no estás entrenando lo suficiente”, “creo que el profesor te ignoró porque estás muy lento”.

El pequeño se sintió triste consigo mismo y decidió esforzarse más, porque detrás de los dichos de la madre también se escondía otro mensaje: “No lo haces bien”.

El pequeño logró ser “bueno”, pero mantuvo el deseo de complacer a los demás antes que a él. Una crítica del resto lo podía quebrar. Él era lo que ‘debía ser’ y si ese ‘deber ser’ se ponía en entre dicho, entonces ¿quién sería? Con el tiempo logró estatus, éxito laboral y una profunda sensación de algo perdido, de un saber quién era y una fuerte crisis de los 40.

¿Y cómo sé qué es lo que mi hijo debe ser?

Tan importante como exigir es respetar los intereses de cada uno.

Con esta proyección quiero dejar claro que es importante exigir como lo hizo esa mamá; sin embargo, tan importante como exigir es respetar los intereses de cada uno. Aunque sea pequeño, hay que motivarlo, a pesar del fracaso. Esto se logra reconociendo lo bueno, evitando juzgar, amando porque quieres amar, no desde la necesidad de cumplir con un rol de madre o padre, ni mucho menos por educar para evitar errores, sino amar a ese pequeño porque te hace mejor, porque quisiste tenerlo y porque aunque no hubieras planeado tenerlo, vino y está contigo.

Acá pueden venir mil preguntas: ¿Y si no es bueno en nada?, ¿y si nada le provoca?, ¿y si solo quiere hacer tonterías como dibujar, bailar, cantar? Las respuestas frente a esto son simples:

Siempre hay algo para lo que somos buenos

En algunos demora encontrarlo más que en otros. Todo depende de lo que los papás digan de él. Si ellos no lo ayudan a descubrir algo en lo que es bueno, el pequeño tampoco lo hará.

 A todo niño le gusta jugar

Observa qué juega y ponte a jugar con él. Probablemente descubras qué le interesó. Nunca te rías de sus intereses porque dejará de contártelos.

¿Y si sólo le gustan esas boberías?

Lo digo con tono sarcástico, déjalo descubrir el artista que lleva en él, porque definitivamente al mundo, para ser más humano, le falta gente sensible y los artistas son de gran profundidad afectiva. Anímate a criar uno.

Les dejo este ejemplo para que nos envíen preguntas, para que ustedes también  pidan información para analizar en familia. En el siguiente estaré trabajando en el ser por encima del deber.

 

Por: Ma. del Carmen Rodrigo

Psicóloga Clínica

 

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