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¿Cuál es el poder de la fe? Para Mons. Luis Sánchez, Obispo Emérito de Machala, el tema de la fe es tan complejo que parece oportuno considerar los elementos fundamentales de la fe para luego intentar encontrar una respuesta a la pregunta planteada.

¿Qué es la fe?

Mons. Luis Sánchez, Obispo Emérito de Machala

La fe es un don de Dios que nos hace a través de su hijo para nuestra salvación. Es sometimiento total a Dios del entendimiento para creer, del corazón para amar y de la voluntad para actuar (obedecer a Dios). La fe va siempre unida a la esperanza y a la caridad, pues la fe es garantía de lo que se espera y se expresa en obras de amor. El hombre debe estar voluntariamente dispuesto a recibir el regalo divino de la fe. “El que no quiere creer no verá la vida” (Jn 3,36)

El objeto de la fe

La fe nos lleva a creer que Dios es nuestro Padre y a vivir como buenos hijos; que Jesucristo es Dios, que con su muerte y resurrección llevó a cabo el designio salvador del Padre. También, la fe pide también creer a Dios y a Jesús: porque nos aman, quieren nuestro bien y no pueden engañarnos; por eso la fe exige creer en el Evangelio, es decir, hacer del Evangelio la norma de vida, pues la fe sin las obras está muerta. La caridad lleva a la fe a actuar.

Los constitutivos de la fe

  1. La Obediencia: La fe requiere escuchar la Palabra de Dios y llevarla a la práctica. La fe auténtica se demuestra en la obediencia por amor.
  2. La Confianza: La obediencia culmina en el abandono en los brazos de Dios, en una entrega total a Él, que es Padre providente.
  3. La Fidelidad: Dios es fiel, mantiene su promesa de salvación, nos ama siempre, nunca nos falla. Como correspondencia, el hombre debe esforzarse por mantener y acrecentar su fe con la oración, la vivencia de los sacramentos y las buenas obras de amor misericordioso.

El poder de la fe

El poder de la fe es ilimitado. La fe lleva a la salvación: “el que cree en mí tiene vida eterna” (Jn 6,47). La fe salva (Mc 5,34; Lc 8,48). Por la fe somos hijos de Dios (Jn 1,9-14): creemos que por el bautismo Dios, al darnos la fe, nos adoptó como hijos queridos. La fe obra milagros: para realizar un milagro, Cristo siempre exigía fe (Mt 9,28; Mc 9,23; Lc 8,50). Cuando no hay fe, no es posible el milagro (Lc 6,5). La fe, cuando es perfecta, es poderosa (Mt 17,20-21; 21,21-22).

Los modelos de fe

Jesucristo: Es el gran modelo, el único. Es “El creyente”. Cree en su Padre, se fía de él, lo escucha y obedece con amor; cumple sus mandamientos y permanece en su amor (Jn 15.15). Hace siempre lo que le agrada al Padre (Jn 8,29). Manifestó su obediencia absoluta al Padre aceptando la pasión y muerte en cruz y poniéndose confiadamente en sus manos (Lc 23,46).
La virgen María: También ella es “La creyente”: creyó lo que el ángel le anunciaba y dio su total asentimiento (Lc 1,37-38). Por su fe es la “bienaventurada” (Lc 1,45). Recorrió el camino de la fe en la oscuridad, esto es, sin entender las cosas; la fe es también caminar en la noche con la esperanza cierta de llegar a la luz eterna.

¿Por qué unas personas tienen más fe que otras?

Unas personas tienen más fe que otras, porque corresponden libremente al don de Dios viviendo con amor las exigencias de la fe, valorando la gracia de Dios, alimentándose con su palabra y los sacramentos, siendo coherentes con su bautismo. En el fondo las personas que más fe tienen son las más santas.

¿De qué forma podemos incrementar la fe en Dios en nuestra vida?

Podemos incrementar nuestra fe escuchando y obedeciendo la palabra de Dios con amor; siendo fieles a la oración, sobre todo a la contemplación (yendo al fondo de todo para encontrase con el Señor); viviendo en gracia de Dios; realizando obras de misericordia; haciendo con alegría y bien lo que debemos, porque esa es la voluntad de Dios.

 

Por: Mons. Luis Sánchez Armijos

Obispo Emérito de Machala

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