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La motivación es una capacidad psicológica que necesita una adecuada jerarquía entre ideas, voluntad y afectividad. 

 

Luego de los ajetreos previos de matriculación, compra de uniformes, de útiles escolares… los chicos están listos para continuar con su proceso de formación académica.

Es probable que las expectativas e ilusiones de los estudiantes frente a este nuevo año escolar y las nuevas experiencias que tendrán (¿cómo serán los profesores?, ¿qué tan exigentes serán las materias?, el trato con sus compañeros) produzcan en ellos un cierto interés por asistir a clases, que en algunos casos se va perdiendo en la medida que avanza el año.

Uno de los principales retos de los formadores  -los padres en primer lugar y los profesores- consiste en intentar mantener la motivación de los estudiantes para que se comprometan de la mejor manera en su desarrollo escolar.

La motivación es una capacidad psicológica que no tiene relación solamente con lo emocional, como podría creerse, sino que, debe ser el resultado de una adecuada jerarquía entre las ideas, la voluntad y la afectividad.

Ideas claras: el punto de partida

Para empezar, tenemos que tener nuestras ideas o convicciones claras; es decir, entender por qué es necesario y positivo para la persona la consecución de un determinado objetivo. En el caso de los estudios, es necesario plantearles como un reto o una aventura de conquista la aprobación del año escolar y la responsabilidad frente a sus tareas como alumno. Además, es fundamental que entiendan la importancia que la educación tiene para sus vidas.

Trabajar la voluntad

Una vez que la convicción está clara, se requiere un adecuado trabajo en la voluntad. Esta facultad es la que nos permite perseverar en la búsqueda por alcanzar nuestros objetivos, más allá de las dificultades o estados de ánimo que se puedan presentar a lo largo del camino. Para ello, la presencia de un horario y establecer con claridad las prioridades (tareas, jugar, salir con amigos, etc.) pueden servir a la educación de la voluntad en el estudiante.

Hay que dedicar especial atención al fortalecimiento de la voluntad. Este es uno de los elementos que hace falta desarrollar con mayor firmeza en nuestros niños y adolescentes; y que es necesario porque influye en la falta de madurez o decisiones erradas que puedan tomar, tanto en esta etapa de vida como en su adultez.

No dejarse llevar por las emociones

Los estados emocionales son variables y dependen de las circunstancias. En ciertos momentos podemos sentirnos emocionados y con ganas de conquistar nuestras metas, mientras que en otros simplemente no queremos esforzarnos porque nos sentimos sin ganas.

La escuela no es solo la etapa de preparación académica, sino un espacio de ir forjando compromiso, madurez y responsabilidad.

En este punto, hay que desarrollar en los chicos la capacidad de no dejarse dominar por sus emociones. Que comprendan que la motivación va más allá “si están con ganas de hacer algo”. La motivación depende del convencimiento (ideas) y el esfuerzo (voluntad) que realicen por alcanzar sus objetivos. Por eso, es importante mantener un diálogo cercano, confiado, abierto y constante con ellos.

Un nuevo año escolar arranca y el éxito del mismo dependerá, tanto del compromiso del alumno, como de sus padres. Recordemos que la escuela no es solo la etapa de preparación académica, sino un espacio de ir forjando compromiso, madurez y responsabilidad con que aquel futuro adulto contará para ser una persona exitosa. Solo así, será capaz de relacionarse adecuadamente con los demás y contribuir al desarrollo de la sociedad.

 

Ronny Macías

Por Ronny Macías García
Psicólogo Clínico
ronnymacias@hotmail.com

 

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