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Cuando desde hace meses la atención se focaliza en el sufrimiento de los divorciados vueltos a casar que no pueden comulgar, entró en la sala del sínodo el de los “hijos del divorcio”, que parecía haber sido borrado del debate.
 
Repetidamente, destacó el portavoz vaticano Federico Lombardi en el briefing a la prensa el miércoles 10 de octubre, los padres ponentes han hablado de los numerosos “niños ping pong”: sus padres se los reenvían el uno al otro como una pelota y hablan con amargura del “novio de mi madre” o de “la amiguita de mi padre”.
 
Presente con su marido en el briefing con los periodistas –ambos son auditores en el sínodo-, Alice Heinzen (Estados Unidos, planificación familiar natural) habló de los comentarios de un joven con el que ella se encontró: “Mi padre tiene una amiga, mi madre un amigo, paso una semana con uno, una semana con el otro, es triste”.
 
Los hijos del divorcio, todavía más pobres que sus padres
 
Al margen de los trabajos del sínodo, el cardenal Christoph Schönborn, que forma padre de los padres sinodales, habló de este tema a la cadena televisiva Sel et Lumière.
 
A título personal, dijo sin rodeos: “Me escandaliza que en el discurso eclesial se hable siempre de la cuestión de la misericordia para los divorciados que se han vuelto a casar… ¡pero primero la misericordia para los niños!”.
 
“No olvidemos a los que son todavía más pobres que los divorciados que se han vuelto a casar: sus hijos, que han sufrido el divorcio de sus padres”, insistió.
 
Como prueba de este sufrimiento, no dudó en ofrecer su testimonio personal: “Un día en un colegio, un joven me preguntó: ¿cuál ha sido el momento más difícil de su vida? Espontáneamente –se me escapó-, le respondí: La noche en que me enteré que mis padres se iban a divorciar”.
 
Y prosiguió: “Siempre les digo a los padres: ¿Acaso no habéis hecho cargar sobre las espaldas de vuestros hijos el peso de vuestro conflicto? ¿No les habéis tomado como rehenes?”.
 
El sufrimiento de toda una red familiar
 
El arzobispo de Viena también mencionó el sufrimiento de esos “viudos y viudas del divorcio” que son las parejas abandonadas que se han quedado solas porque no han podido -o querido, por convicción- rehacer su vida. “El Instrumentum laboris solo les dedica una pequeña nota…”, lamentó.
 
Por otra parte recordó que cuando hay un divorcio en una familia, sufre toda la red familiar: padres, hermanos y hermanas, tíos,… y a menudo de manera dramática.
 
Hay que tener en cuenta este sufrimiento en la pastoral, parecen haber destacado los ponentes: debe haber una pastoral de niños de padres divorciados.

Vía: Aleteia

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