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El coste del miedo a estar solo puede ser mayor que el de la soledad en sí.

Asociamos la soledad con dolor y aislamiento. Nadie la añora, nadie la quiere; es un fenómeno que está muy extendido.

Puedes experimentar estados periódicos de soledad incluso cuando tus relaciones con los demás son satisfactorias. Por ejemplo, una mujer que está de baja por maternidad puede sentirse aislada y sola en ocasiones, al mismo tiempo que está felizmente casada. Cada vez que abandonamos una función importante de nuestra vida, aunque sea por un breve periodo, puede desencadenar un sentimiento pasajero de soledad.

La soledad se asocia principalmente con la falta de relaciones positivas. En ritmo acelerado de vida  es posible experimentar soledad a la vez que mantenemos numerosas relaciones superficiales. Incluso los que tienen miles de amigos en Facebook pueden tener la impresión a menudo de estar solos.

No huyas del dolor

Optar por incrementar las actividades sociales pueden reducir la calidad de las relaciones individuales. Además, puede llegar a sentirse como una vía de escape más que un remedio para solucionar un problema de soledad.

Un estado así puede crear una tremenda cantidad de tensión, pero el distanciarte del deseo y la necesidad de intimidad puede incrementar esa tensión. Es un poco como el dolor; por naturaleza, queremos protegernos de experimentarlo.

Hay personas que huyen del dolor, de la añoranza o la soledad a través de deportes o actividades laborales. Aunque hay gente que lleva una vida activa e interesante porque esa es su tendencia natural, hay otras que lo hacen para “no sentir”. El coste psicológico de huir de deseos profundos de esta forma puede ser tal que “olvidamos” lo que de verdad nos importa. Ocasionando que el coste del miedo, es peor que el dolor en sí.

El miedo a la soledad puede empujarnos a reprimir nuestros sueños, expectativas y a temer al rechazo. Pero la distancia que resulta del miedo a experimentar sentimientos difíciles en última instancia aumenta nuestros niveles de ansiedad.

Sé consciente de qué te daña

soledadAfrontar el miedo a la soledad puede conducirnos a ser conscientes de nuestras auténticas necesidades. Esta consciencia de los deseos profundos, a cambio, nos da una oportunidad de entendernos mejor. La autoconsciencia, incluso del tipo doloroso, nos ofrece una elección: buscar las respuestas a nuestras necesidades o alejar esas necesidades. El dolor que se expresa de forma sincera se reduce con el tiempo.

El dolor asociado a un sentimiento de soledad merece ser compartido en una conversación segura con una persona de confianza. Es bueno buscar ayuda entre amigos y familiares en momentos de soledad.

Valorar la soledad

La soledad, como sentimiento temporal, es bastante natural y puede ser una buena oportunidad para conocerse mejor. Cuando pases por un periodo de soledad, no intentes enterrar el sentimiento en un horario ajetreado o montones de encuentros superficiales. Mejor acepta ese sentimiento y camina a través de él, permanece abierto a lo que pueda revelarte sobre tu corazón y tu vida. Y sobre todo, ten confianza en que hay una vida mejor al otro lado.

Vía: Aleteia

 

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