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Por Diego Alejandro Jaramillo. PhD
Vicerrector Universidad de Los Hemisferios/ profesor de IMF

IMF

 

El internet y las redes sociales han nacido con nuestros hijos. Su buen uso depende también de nosotros.

La tecnología está destinada a servir al hombre, y somos los hombres quienes tenemos que hacer uso adecuado de ella. Nuestros hijos nacieron en medio de un mundo de redes sociales, internet, mecanismos electrónicos y pantallas digitales, y nuestro deber como padres no es ahuyentarlos, ni prohibirles y mucho menos privarlos de estas condiciones; nuestra obligación es educar también para el uso de estas redes, y para poder hacerlo debemos formarnos también.

De acuerdo a wikipedia una red social es “una estructura social compuesta de grupos de personas, las cuales están conectadas por uno o varios tipos de relaciones, tales como amistad, parentesco, intereses comunes o que comparten conocimientos”.

Podemos ampliar el concepto diciendo que también son sitios de internet que permiten a las personas conectarse e incluso realizar nuevas amistades de manera virtual, y compartir contenidos, interactuar, crear comunidades, etc.

Esto no difiere mucho de la necesidad que tiene el ser humano de relacionarse y comunicarse con el entorno. Por lo tanto, si lo vemos desde una óptica positiva, las redes sociales nos facilitan esta interrelación, sin ningún tipo de barreras.

Por qué el miedo

Algunas de las redes sociales más usadas en la actualidad son Fredacebook, Twitter, MySpace, MyYearbook, Meetup, Bebo, Multiply, Skyrock, Badoo, StumbleUpon, Foursquare, Kiwibox, habo, youtube, sofsonic, instagram, y seguramente muchísimas más que nuestros hijos adolescentes añadirán a la lista sin problemas. Son ellos quienes más las utilizan, pero son usadas también por empresas como un método muy efectivo de marketing y personalidades para divulgar ideas. ¿Entonces por qué tanto miedo? Todo lo que no se sabe usar adecuadamente puede resultar nocivo para el ser humano, no solo para los jóvenes, también para los adultos.

Debemos verlo más como un reto. La mayoría de las veces los adultos no manejamos bien este tipo de aplicaciones tecnológicas y este desconocimiento genera tedio, incapacidad y un uso torpe, obsoleto y limitado. Debemos dejar atrás los romanticismos “yo prefiero el contacto personal, todavía recuerdo las cartas manuscritas, sigo con el olor del papel de un libro” pues para nuestros hijos estas limitaciones no existen. Ellos leen sin problemas un libro en el celular, tienen amigos por todo el mundo y se expresan muy bien con íconos gestuales y códigos simples que para nosotros son incomprensibles.

Entonces debemos prepararnos, porque una condición es estar cerca de nuestros hijos para protegerlos. Prohibirles el uso de las redes está mal, pero dejarlos a sus anchas sin ningún control es lo peor que podamos hacer.

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