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En este año Jubilar de la Misericordia juega un papel primordial, para el sano convivir en familia y las buenas relaciones, saber utilizar de forma beneficiosa e inteligente tres palabras claves: permiso, gracias y perdón. Aunque cada una de ellas goza de sencillez y simplicidad propia, no siempre son utilizadas en el núcleo familiar.

Gozan de una sencillez y simplicidad propia, pero no son utilizadas en el núcleo familiar.

El Papa Francisco, como defensor de las buenas costumbres, nos motiva a no olvidar el uso diario de estas palabras en el matrimonio, considerando que “la buena educación no debe ser formalismo”, pues se trata de “una máscara que esconde el desinterés por el otro”. Debe haber un deseo profundo, sincero y eficaz de ayudar a santificar a nuestro prójimo: esposo, esposa, hijos. No simplemente una apariencia de buen trato, sino realmente desear desde lo más profundo de nuestro interior que nuestra relación con quienes convivimos sea llena de bondad y cariño, tratándolos con la mayor dignidad posible, pues al igual que nosotros, ellos también son hijos de Dios y merecen lo mejor.

 

Pedir permiso 

El Santo Padre nos enseña que si “Dios mismo pide permiso para entrar en nuestra vida”, con mucha más razón debemos servirnos de esa palabra para crear en el hogar un ambiente más armónico. Con frecuencia en la familia nos olvidamos de esta buena costumbre: cuando sentados a la mesa y tomamos algo o cuando pasamos frente a alguien; confundiendo así confianza con respeto y provocando una situación de malestar. Al pedir permiso no seremos tomados como débiles o inferiores, al contrario, seremos personas más sensibles y humildes. Lo cortés no quita lo valiente.

 

Agradecer

La gratitud es una de las virtudes más difíciles de practicar, de manera especial en la actualidad, viviendo en un mundo rodeado de revanchismo, mezquindad y egoísmo. Por ejemplo, ¿cuánto nos cuesta en casa agradecer cuando alguien nos pasa algún objeto? o al comer ¿damos gracias a Dios por los alimentos? “La gratitud, para el creyente, está en el corazón mismo de la fe: un cristiano que no sabe dar las gracias es uno que ha olvidado el lenguaje de Dios”. Por tanto, “la gratitud es una planta que crece solo en la tierra de almas nobles”, nos recuerda el Papa.

 

Pedir perdón

Es un reto, pero solo los valientes son capaces de reconocer sus errores con humildad. Cuando un hijo se equivoca y pide perdón debemos también mostrar misericordia y perdonar. Practiquemos, entonces, estos sabios consejos entregados por el Santo Padre para crecer el amor en nuestra familia.

 

 

Por: P. José Hinostroza

 

 

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