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Mantener lazos fuertes de amistad es uno de los predictores de un envejecimiento más feliz, positivo y exitoso.

Como cualquier otra noche sigo las sugerencias de Netflix. En esta oportunidad me propone un documental llamado “La Once” de la chilena Maite Alberdi. Si bien su título no me decía nada, su imagen de portada atrapó mi interés de inmediato. Se trataba de un grupo de adultas mayores regias, reunidas alrededor de una mesa con todo tipo de dulces, un juego de tazas, platos y delicadas cucharitas de té.

Inicia el documental con un primerísimo primer plano de unas manos maduras decorando pastelitos, mientras una de las protagonistas cuenta que está por recibir en su casa a sus amigas de siempre, al igual que una vez por mes en los últimos 60 años desde que se graduaron del colegio. Y así se desarrolla este documental, graficando elegantemente, pero sin pretensiones, los encuentros mensuales de este grupo de amigas que, con el pretexto de tomar el té de las cuatro, siguen cultivando la amistad que las sostiene y acompaña al crecer y envejecer juntas.

Afrontar el envejecimiento en grupo

Mantener lazos fuertes de amistad es uno de los predictores de un envejecimiento más feliz, positivo y exitoso. Tal como se puede ver en “La Once” el compartir un pasado común lleno de vivencias no solo hace placenteras las reuniones de remembranzas, sino que entrena la mente y la memoria. Hay lugares específicos del cerebro que se estimulan cuando se recuerdan hechos pasados. Esta estimulación es, a su vez, un ejercicio para mejorar otras funciones cerebrales básicas para la vida diaria.

Las chicas de “La Once” pasan horas recordando primeros amores, escapadas, celebraciones y otras anécdotas que las hacen sentir parte de un grupo querido de amigas. Un grupo sólido e inquebrantable. Este sentirse seguro y querido de manera incondicional, sin que importen sus defectos o errores del pasado, aumenta el autoestima del adulto mayor. En la tercera edad un autoestima sana va a alargar los años de independencia y autodeterminación para hacer distantes los años de dependencia emocional e incluso física. Lo decía muy bien una de ellas: “sé que las chicas me van a seguir queriendo pase lo que pase porque son mis amigas de toda la vida”.

¡Salud por la amistad!

Una de las dificultades emocionales que viven los adultos mayores es la pérdida de seres queridos. Mantener viva una amistad con un grupo de juventud hace que el duelo se comparta, y así sus efectos se disipen con más facilidad. La cercanía con la muerte se hace más llevadera si se expresa, esto se logra de forma más sencilla cuando se comparte con un grupo contemporáneo, y mucho más si es de confianza.

Afrontar el envejecimiento personal es menos duro si se lo hace en grupo. Es como tener un llamado grupo de apoyo pero que es espontáneo y muy placentero. Si me rodeo de amistades que atraviesan los mismos efectos de la edad que yo tendremos una visión mucho más positiva de la vejez. Las chicas de “La Once” se ríen de sus arrugas, comparten sentimientos sobre la viudez, se interesan por la pérdida de memoria y todo lo hacen juntas, acompañadas.

Una de las señoras, muy fiel a sus reuniones de té, es descrita por la narradora como una mujer coqueta, curiosa por excelencia y que se inscribe en toda clase de actividades. Se la ve en la segunda escena en sus clases de inglés. Los efectos positivos en el grupo de este tipo de personas proactivas, que buscan llenar de satisfacciones su vida sin importar que edad tengan, son invaluables. Se dice que pasados los 60 años es 70% más probable que uno se embarque en la práctica de una nueva actividad, aprender una destreza o emprender un viaje cuando se lo hace acompañado. Esto demuestra nuevamente la importancia de los lazos de amistad en la tercera edad.

Finaliza el documental con una de ellas leyendo un poema que otra de “La Once” les dejó. “Rían como siempre, hablen de mí como siempre. No me he ido, solo estoy al otro lado del camino”. Al finalizar alzan sus copas y la dueña de casa dice: “Salud por nuestra amistad”, mientras otra responde: “que es un verdadero tesoro”.

Y es así como luego de una hora  y nueve minutos de saborear este documental, tan rico en colores, texturas, personajes y el relato sencillo de la vida, en lo que pienso es en mi grupo de diez amigas del colegio, que juntas somos “Las Once”. Sin duda ellas son mi tesoro y espero que esta amistad brille por muchos años más hasta el otro lado del camino.

 

Por: Camila Valdivieso

Gerontóloga

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