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Sí, puede que sea difícil, y sí, puede que tengas que hacer otras cosas para satisfacer tus necesidades espirituales, pero la Misa Dominical es para tu familia. Asiste en familia. 

Dado que mi esposa y yo ya hemos hablado acerca de traer niños a la Iglesia en “Parenting with Grace” (Siendo padres junto a Grace), pensé que podría agregar algunos puntos a esta discusión.

1.- En lo que concierne a los católicos, los bebés no son simplemente tolerados. Ellos tienen el derecho de estar en la Iglesia. Si eres bautizado, perteneces ahí. Punto. Fin de la historia. 

2.- En cuanto a la enseñanza social de la Iglesia Católica, es el deber de todo Católico apoyar la misión de la familia para criar niños que amen a Dios. Fallar a esta misión es una seria ofensa en contra de la obra y la dignidad de la familia. Si alguna vez te has disgustado o siquiera le has fruncido el ceño a un padre con un bebé que llora en la Iglesia, te recomiendo que confieses tu corazón endurecido.

«En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí» (Mt 25,40) 

3.- Aunque respeto la intención con la que lo hacen, un padre que deja a un hijo en casa “hasta que tenga edad suficiente” está siendo injusto en cuanto a la educación religiosa del pequeño.

La educación inicia inconscientemente antes de que comience conscientemente. Tu bebé o tu pequeño necesita que le sea dada la oportunidad de aprender el ritmo, las apariencias, sonidos e incluso los olores de la Misa antes de ser lo suficientemente consciente para entender la Misa. Robarle a un niño esta educación sensorial hace que la catequesis sea más dura después. La espiritualidad es básicamente un llamado sensorial (de Dios) que guía a una respuesta transformadora. Robarle a un niño esa experiencia temprana de Dios y Su Iglesia es un impedimento serio para la futura catequesis y su desarrollo espiritual. 

4.- Calah indica acertadamente que hay una diferencia entre un bebé escandaloso y un bebé que llora. A manera de cortesía para con los demás hermanos partícipes de la Misa, los padres deberían sacar a un niño que está gritando o llorando muy alto o que no puede ser consolado luego de un minuto. 

Habiendo dicho esto, todo aquél que se encuentre alrededor de la familia con un niño escandaloso tiene la obligación de mostrarse comprensivo, brindar una sonrisa de simpatía o de pretender como si no notara lo que sucede y confiar en que el padre de familia manejará la situación. Como dijo el mismo Jesús a los apóstoles que alejaban a los niños de Él:

«Dejen a esos niños y no les impidan que vengan a mí». (Mt 19,14)

Como Iglesia, no creemos en la anticoncepción y ciertamente no deberíamos promover santuarios “contraceptivos”. 

Algunos consejos para los padres de familia

1.- Siéntense al frente

Esto podría parecer contra intuitivo. Los niños se comportan mejor cuando pueden observar lo que sucede en lugar de estar mirando el trasero de un desconocido (después de todo, es lo que tendrán a la vista).

2.- No se queden fuera desde el comienzo

Aunque lo entiendo y les apoyo, afuera solamente hay distracciones y tentaciones. Salgan si es necesario, por el tiempo que crean conveniente, pero regresen a sus bancas. Ustedes y sus pequeños aprovecharán así, mucho más, la experiencia. 

3.- Calmarlo en brazos

Si se ven en la posición de tener que sacar a su pequeño de la Iglesia, sosténganlo todo el tiempo en sus brazos mientras estén fuera.

Bajo ninguna circunstancia lo pongan en el suelo. En caso contrario, o peor aún, si deciden jugar con él o dejarlo corretear por ahí le estarán enseñando que él necesita llorar para obtener esos momentos divertidos cuando te fuerza a dejar el templo.

Deja que tu hijo tenga un poco de libertad de movimiento si te permite quedarte en la banca, pero que aprenda que no obtendrá nada si te obliga a salir del santuario. Si un pequeño está realmente fuera de control, no podrá calmarse a sí mismo. En ese caso, si te obliga a salir, sé siempre amoroso, simpático, compasivo, afectivo pero simplemente no lo sueltes al suelo. Cuando se tranquilice, regresa a la banca. 

4.- Llevar un juguete no sonoro

Para los niños menores de 4 años, lleva contigo a la Iglesia un pequeño juguete, preferiblemente que sea relacionado a temas religiosos y que no sea sonoro. Mantenlos en una bolsa especial marcada como “Para ir a Misa” que el niño no verá sino sólo cuando vaya a Misa. Esto hará de estas actividades un momento especial. Sin embargo, trata de guardar estas cosas durante la consagración.

Cuando el sacerdote haga el gesto de elevar la hostia, señálala y susúrrale “¡Mira ese milagro! Mira a Jesús. Di: «¡Te amo Jesús!»” 

5.- No asistan a la Misa en turnos

La Misa es para las familias. Cuando los padres dicen que “no obtienen nada de la Misa” al traer a sus hijos pequeños es porque no están entendiendo el punto. Lo que se obtiene de la Misa al traer a un pequeño es la alegría de compartirle tu fe con ellos. Ese fue tu compromiso cuando accediste a ser un padre o madre de una familia católica.

 

Vía Píldoras de Fe

 

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