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Puerto Engabao, parece un sitio anclado en el tiempo, pero su caída de sol es tan impresionante que ni los artistas podrían plasmarla en un lienzo. 

A pocos minutos de General Villamil Playas -segundo mejor clima del mundo- se encuentra Puerto Engabao, un hermoso pedacito de cielo en la provincia del Guayas. Pese al poco aplacible estado de la calzada, tapizada de diferentes tonalidades de amarillo y terracota, detrás de las nubes de polvo el paisaje dibujaba su propio camino. Cada kilómetro era mejor que el anterior y a lo a lo lejos se observa el cielo mezclándose con el mar.

Engabao, parece un sitio anclado en el tiempo, de casas de arquitectura de hace décadas con cerdos caminando con sus crías por las calles. Nada más pintoresco, nada más surrealista. Tiene su propia playa llamada Paraíso, que bajo el concepto de playa turística comunitaria es la preferida por los turistas. A más de la tranquilidad al pie del mar, ofrece restaurantes tipo cabañas de caña guadua, cuyo plato estrella es el arroz engabadeño, que por solo seis dólares no tiene nada que envidiarle a la mejor paella.

El destino final es Puerto Engabao, donde se encuentra el famoso faro de color rojo que parece incrustado entre el azul del mar y el cielo. La primera foto indispensable es en el faro, nos recibe un camino de tierra y el imponente mar con sus poderosas olas. Entusiasmada bajé del carro, caminé hacia la gran roca y rápidamente me dirijí al mar para observar cómo los surfistas dominaban aquellas olas gigantes. Sentí por un instante la inmensidad del cosmos.

Sin embargo, a lo lejos, gritos y sonidos, me regresaron a la realidad. Sonidos como de motores, como de gaviotas. Dirijí mi mirada hacia la izquierda y vi cómo los pescadores se alistaban para el inicio de su ardua jornada. Para ellos la playa no es surf, no es relax, es trabajo. De pronto los surfistas, entre murmullos y quejas salen del agua uno por uno; mientras un salvavidas solo con su silbato y señas les decía: “¡Entrada de lanchas, todos afuera!”.

Los pescadores parecían un ejército de hormigas trabajadoras, todos laboraban conjuntamente para que sus lanchas zarpen de una vez. En pocas horas, se puede ver a la mayoría de las embarcaciones, cruzando a toda velocidad, cual jauría de ávidos sabuesos, el azul mar. Van en busca de la pesca que ayudará a dar de comer a sus familias; y por supuesto que irá a los platos de los turistas que llegan a dejarse seducir por el estupendo paisaje del puerto.

Este sitio ha sido descubierto por muchos. Fue elegido como la sede del Circuito Nacional de Surf en el 2014 y del Festival Gastronómico de Turismo Guayas, en la recientemente inaugurada ruta del pescador, a inicios del 2015.

Pasaron las horas y los botes desaparecían en el horizonte. Es tiempo de que el surf vuelva a ser protagonista en el puerto. Tablas de todos los colores, surfistas de todas las edades y de todo nivel, suben a la gran roca para esperar una ola y lanzarse al agua.  

Puerto Engabao, es sin lugar a duda, la mejor playa para disfrutar una caída de sol tan impresionante que ni los artistas podrían plasmarla en un lienzo. Luego de este acto que a cualquiera puede dejar sin palabras y maravillado, continúa el encuentro con las artesanías locales, elaboradas a base de conchas, caracoles y distintos materiales que son extraídos del mismo lugar. Desde luego no me podía ir sin un recuerdo tejido a mano por los admirables habitantes de esta inolvidable comuna y sus matices. Ahora sí, puedo regresar a la ciudad. 

 

Por: Micaela Morales Arcos

Estudiante de Comunicación UEES

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