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“Dame tu teléfono”, le dije, mientras le tendía la mano a uno de mis hijos. “No estás en problemas, pero creo que necesitas un descanso de las redes sociales por un tiempo.” Esperaba una guerra.

Sin embargo, mi hijo se mostró absolutamente aliviado: “Tienes razón. Gracias mamá”. Me golpeó como una tonelada de ladrillos que las redes sociales fueran la razón por la que mi hijo estuviera luchando contra unos sentimientos de insatisfacción. Porque cuando los niños están demasiado conectados a mundos de otras personas, a través de las redes sociales, tienen más dificultades de estar agradecidos de su propia vida.

La tecnología ha ido cambiando la cultura por años. Una larga mirada al día a día de nuestros amigos está un clic de distancia. Miramos la pantalla y suspiramos. Queremos cosas que ni siquiera sabíamos que nos estábamos perdiendo. Y nos perdemos cosas que realmente ni siquiera queremos.

Nuestra cultura ama las redes sociales, pero las redes no siempre nos aman a nosotros.

Durante generaciones, los niños se han comparado a sí mismos con los demás y han querido encajar con sus amigos. Tengo varios recuerdos de secundaria que se centran en cómo me enteraba un lunes a lo que no fui invitada en el fin de semana. El sentimiento de ser dejado fuera siempre duele.

A pesar de que los niños hoy luchan con los mismos sentimientos, el mundo ha cambiado desde que fui una niña. Y las redes sociales están haciendo algo a nuestros hijos que nosotros no tuvimos que enfrentar: les están ofreciendo información en vivo, de acceso directo, sobre historias íntimas y personales de sus pares, mientras está sucediendo.  Los niños son invitados a observar, pero no siempre están invitados a participar. Y lo peor, con likes, comentarios y hashtags, se nos da el poder para votar y calificar la vida de otras personas.

 

Está cambiando la manera en que los niños se sienten sobre sí mismos

Como familia nosotros decidimos, hace mucho tiempo, impedir que nuestros hijos tengan acceso a las redes sociales, hasta que sean adolescentes. No fue una decisión popular en nuestra casa (o con algunos de nuestros amigos adultos). Pero no puedo decirles cuántas veces he deseado que hubiéramos esperado más.

Pero, al mismo tiempo, aislar a nuestros niños del mal del mundo no es una panacea. “El problema para los padres cristianos no está en el deseo de proteger a los niños; es en la perspectiva deformada que puede crear esta protección. Empezamos a pensar que nuestros hijos son básicamente buenos y tienen la necesidad de dirección moral, en lugar de reconocer que nuestros hijos son básicamente malos y tienen necesidad de transformar su corazón”, dice Trevin Wax en el artículo Gospel Coalition.

Por lo tanto, no estoy abogando para que despejemos todo acceso a redes de nuestros hijos o prohibirlas hasta la universidad. Estoy sugiriendo que en primer lugar, entendamos cómo les está afectando, y segundo, que naveguemos con ellos.

paletas redes socialesSi soy honesta con ellos (y ustedes), tengo que admitir que a veces cuando estoy viendo estatus de Facebook o fotos de Instagram, me siento celosa de lo que otros tienen y desanimada por lo que yo no tengo. Cuando me doy cuenta de lo que me está pasando, trato de apagarlo, porque a los pocos minutos de mirar las vidas de los demás, me siento muy mal con la mía. Y si me siento de esta manera como un adulta madura, mis hijos lo sienten mucho más.

El adolescente promedio se conecta a las redes sociales por lo menos 10 veces al día y si los vamos a dejar, tenemos que equiparlos. Todos tenemos diferentes reglas en su casa. En la nuestra, hacemos un seguimiento y limitamos el uso de la tecnología e internet. Filtramos y nos reservamos el derecho de leer textos, cerrar información, entregar teléfonos celulares y recordamos a nuestros hijos que es un privilegio que puede ser quitado. (Y sí, mis hijos a veces se resisten y se rebelan contra estas reglas -y no lo estoy diciendo para hacer que ustedes se sientan mejor).

 

Conversaciones sobre redes sociales con nuestros hijos

 

1. Habla con tus hijos sobre el término “amigo.” Las redes sociales nos han “amigado” con personas que nunca hemos conocido. Eso no quiere decir que no se convertirá en un amigo, pero definir lo que es la verdadera amistad, ayudará a nuestros niños a darse cuenta de lo que no es.

2. Habla de lo que significa like (gustar) algo y cómo se siente al ser liked (gustado) en las redes sociales. Es una aceptación temporal que puede tener un impacto duradero en la forma en que nos sentimos acerca de nosotros mismos.

3. Pregunta a tus hijos: ¿Cómo respondes cuando alguien está sufriendo bullying en línea?

4. Reflexionen sobre qué tipo de cosas hay que decir en persona y no en línea o no en absoluto? (como los enfrentamientos y las opiniones negativas).

5. Habla con tus hijos sobre cuándo podrían sentirse excluidos (a causa de lo que han visto en línea). Sugiéreles tomarse un tiempo de descanso y pasar tiempo con la gente en persona.

6. Discutan el exceso de compartir (share) redes sociales.

 

Así que, sí, por favor limitemos y monitoreemos las redes sociales, pero también hablemos con nuestros hijos sobre ello. Puede ser que se resistan, está bien, probablemente lo harán, pero eso no significa que debemos dejar de intentarlo.

Es irresponsable dar a nuestros niños acceso a un mundo virtual donde los “amigos” tienen más que decirles que nosotros. Pero eso es exactamente lo que sucederá si optamos por no decir nada en absoluto.

 

Por: Kristen Welch
Blog: We are THAT family

 

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