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Hiperpadres: criando una generación de niños frágiles.

Es muy frecuente encontrar familias en las que los hijos están inscritos en diferentes actividades por las tardes. No hablamos del extracurricular que permite que el alumno se distraiga y aprenda alguna disciplina deportiva, artística o de otra índole. Se trata más bien, de los padres que no permiten que su hijo o hija descansen después de clases. El estudio en un centro escolar demanda atención, dedicación y esfuerzo; si bien están los recreos dentro del horario normal, el cansancio se siente.

Y es que someter a los hijos a diferentes tareas por las tardes después del colegio: clases deportivas, seguidas de clases artísticas, seguidas de clases culturales, seguidas de clases académicas, constituye un desgaste físico y sicológico para el niño.

Según José Ramón García Soto, profesor del Colegio Asunción Cuestablanca de Madrid, “las actividades extraescolares son positivas para el niño siempre que no sean impuestas unilateralmente por los padres, con el fin de rellenar horas y si es que son elegidas por consenso con la aprobación del pequeño; de forma que las sienta como algo voluntario. Pero no hay que olvidar que también necesita de un tiempo para dedicarse a él mismo, sin una estructura prefijada. Puede ocurrir que la suma de actividades extras, más el tiempo que le dedique a deberes y al estudio, no le permitan disponer de esa parcela tan importante para su desarrollo”.

Cada cosa a su debido tiempo

Por otra parte, también nos encontramos con los padres perfeccionistas. Aquellos para quienes sólo cuenta la máxima calificación en las libretas de informes académicos. También van saturando de números y letras la mente de sus hijos, no permitiendo un momento de distracción, tan necesario para volver a tomar fuerzas y concluir con los deberes y lecciones enviados a la casa.

Yordi Giraldo nos dice al respecto: “Soy de la idea de que está bien que enseñemos a nuestros niños la importancia de ser responsables, inculcarles que siempre hay que dar lo mejor de sí y no conformarse con lo fácil. Ellos deben saber que el esfuerzo propio es la mejor manera de obrar para conseguir nuestros objetivos. Sin embargo, considero que no es conveniente agobiarlos con nuestras propias aspiraciones, ya que las exigencias que les hagamos deben ir de la mano de sus capacidades, su naturaleza y por sobre todo, sus intereses”.

Más ocupado, pero menos eficiente

Las actividades extracurriculares, cuando son agobiantes, es decir una tras otra, ocasionan en los niños sentimientos de frustración y bajo rendimiento escolar. Dado que no tienen tiempo para compartir con sus hermanos y amigos momentos de esparcimiento libre –no programado– por la tarde; sus calificaciones pueden bajar y el agotamiento físico y síquico puede generarles situaciones de estrés. Hay que dejar a los niños ser niños, es decir, que tengan tiempo, por las tardes, que disfruten de la vida con actividades al aire libre.

Para esto preguntémonos, nosotros, ¿qué clase de padres somos?, ¿cómo estamos interviniendo en la vida de nuestros hijos?

Por: Dr. Mario Monteverde Rodríguez

Orientador Familiar

Asesor Líder IMF

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