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Desde la infancia es importante compartir con nuestros hijos algunos juegos donde exista contacto físico y donde los abrazos y besos se den con regularidad. Esto crea un buen enlace afectivo que, cuando ellos crecen, les queda como un factor de protección para seguir cultivando afectividad.

En muchas familias se ha perdido la relación cotidiana con los chicos, porque actualmente papá y mamá trabajan. Sin embargo, siempre hay espacios para compartir con ellos, solo hay que encontrarlos. El fin de semana, por ejemplo, es el momento para conversar y saber más de ellos: ¿cómo les ha ido en el colegio?, ¿cómo piensan?, ¿cómo se sienten? Son espacios que hay que buscar al menos una vez a la semana.

La comunicación abierta es un factor de prevención sobre temas difíciles, pero debemos conocer bien la problemática para abordar la conversación y saber dar respuestas a las inquietudes de nuestros hijos.

Debemos conocer bien la problemática para dar respuestas a las inquietudes de nuestros hijos.

En estos temas nuestra posición, como padres, debe ser reflexiva. Cuando damos una orden o una respuesta a algún evento de los chicos, el sí o el no, debe ir acompañado con la respectiva explicación. Por ejemplo: “No vas a ir a ese bar porque se consumen drogas”. No solo hay que decir no, ellos necesitan saber el porqué; de esta forma entenderán que tienes una razón válida para negarles el permiso.

Estar en contacto con las unidades educativas también es fundamental. Ellos conocen a nuestros hijos: sus reacciones y sus comportamientos.   No esperemos a que nos llamen por algún concepto de conducta, acerquémonos a sus profesores, tutores y conversemos con ellos.

Otro factor importante es conocer a sus amigos. Aunque no nos guste su amistad con alguna persona, conversemos con ellos para saber cómo viven, cómo son sus familias, qué conceptos tienen de ellos mismos, cuáles son sus espacios y qué piensan sobre sus derechos. Esto te dará mayor claridad sobre lo que podría estar haciendo tu hijo. No se trata de un interrogatorio, el acercamiento con sus amigos se hace a través del tiempo.

Vivimos tiempos de alerta, lo que nos obliga, como padres, a estar al tanto de lo que más podamos sobre nuestros chicos: dónde están, con quién se relacionan, horarios de permisos, etc.

La prevención se logra entregándoles tiempo. Mientras más espacios compartamos con ellos, mayor serán los factores de protección.

 

Por Antonio Rimassa Chiriboga
Taller.tapad@gmail.com
0984978202-6007088
Tapad-Criad

 

 

 

 

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