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Es una prueba muy sólida para poder afirmar que un embrión temprano no es un conglomerado celular, sino un ser vivo de nuestra especie.

Un tema fundamental de la Bioética es el del “Estatuto biológico del embrión humano”, porque demostrar que el embrión humano, es un ser biológico de nuestra especie y no un informe conglomerado de células, es crucial para afirmar que cualquier técnica que implique su destrucción es bioéticamente inaceptable.

Un argumento que se utiliza para defender esta tesis es el denominado “dialogo entre el embrión y su madre”, es decir la comunicación que se establece entre el embrión, ya desde su tránsito por la trompa de Falopio, hasta que se implanta en el útero materno.

El que el embrión humano pueda establecer ese dialogo biológico con el endometrio uterino, es decir con su madre, es una prueba muy sólida, para poder afirmar que ese embrión temprano no es un conglomerado celular, sino un ser vivo de nuestra especie.

Diálogo materno fetal

El embrión avisa a su madre de que está llegando al lugar de anidación en su útero para que ésta se prepare.

Pero, ¿en qué consiste dicho diálogo? Durante su desplazamiento por la trompa de Falopio y su implantación en el endometrio materno, el embrión, produce y segrega una serie de compuestos bioquímicos, que actúan sobre dicho endometrio para facilitar su implantación; es como si se dijera que el embrión avisa a su madre de que está llegando al lugar de anidación en su útero para que ésta se prepare, es decir para que adecue el entorno donde se va a implantar su hijo.

Pero, a su vez el endometrio materno produce y segrega otros compuestos en el fluido endometrial en el que el embrión está inmerso, que son fundamentales para su implantación.

También en ese diálogo materno fetal se da otro hecho biológico, que igualmente apoya la naturaleza de ser vivo organizado del embrión temprano, la disminución de la actividad inmunológica de la madre para facilitar la implantación de su hijo.

En efecto, el embrión es un ente biológico extraño a la madre, pues la mitad de su contenido genómico procede del padre, por lo que podría ser rechazado, pero para evitarlo la madre reduce su actividad inmunológica, para así facilitar la implantación de su hijo. (inmunidad materno-fetal).

Esta interrelación entre madre e hijo también se podría dar en la fecundación in vitro cuando se utilizan óvulos donados, es decir, no de la madre, o cuando se recurre a lo que se ha venido en denominar “madres de alquiler”. En la primera circunstancia, se podría modificar la expresión génica del genoma del hijo por el influjo de los mensajes maternos; es decir se incorporaría información al genoma del hijo procedente del endometrio materno, por lo que, y de alguna forma, y muy parcialmente, llegaría a constituirse un embrión modificado genéticamente por el influjo de la madre biológica.

Pero por otra parte, en el caso de las madres de alquiler, éstas también podrían influir en el genoma del hijo, es decir, se podría establecer lazos biológicos con el hijo gestado mucho más allá de los que el embarazo propicia, por lo que al modificar la madre la expresión del genoma del hijo, se implementaría sustancialmente su relación, lo que sin duda podría crear más problemas biológicos y sociológicos de los que estas prácticas conllevan en el momento actual.

 

Vía Observatorio Bioética

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