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Si le repites frecuentemente a tu esposo que es un cómodo y que no hace nada para ayudar, algo no está funcionando bien.

¿Cómo logras que tu esposo te ayude en la casa? ¿Lo sobornas, lo castigas, lo engañas, lo fastidias hasta que al fin hace algo? Verdadero o falso: “Me encanta cuando me haces sentir mal. Me motiva que me insultes, que me eches en cara mi vagancia, que me digas que nunca hago nada bien. Me entran ganas de ayudarte cuando me dices, ‘tú nunca ayudas’. Aprecio que me digas de repente ‘haz esto’, cuando estoy haciendo otra cosa, y que me fastidies, y que rechaces o menosprecies mi forma de ayudarte”.

Los hombres tenemos una necesidad fundamental: deseamos saber que somos importantes en la vida de nuestra esposa. Deseamos saber que nuestra esposa se siente segura, tranquila cuando está con nosotros. Que ella confía en nuestra capacidad. Que nos ve como seres capaces, competentes.

Si quieres que tu esposo haga cosas por ti, hazle sentir que tú confías en su capacidad de hacer cosas por ti.

Ese es el secreto. Si quieres que tu marido haga cosas por ti, hazle sentir que tú confías en su capacidad de hacer cosas por ti. Si tú visualizas a tu marido como alguien fuerte, ingenioso, diligente, y se lo dices, y se lo repites, y lo convences de que, en efecto, lo que él hace esvalioso y valorado ¿qué crees que va a pasar?

En cambio, si cuando piensas en él te imaginas a un ser fofo, endeble, incapaz, incompetente, y se lo dices, y se lo repites, y lo convences de que, en efecto, él no sirve para nada, ¿qué crees que va a pasar?

Hay muchos casos de hombres profesionales, esforzados, capaces, que en el trabajo son estimados y hasta admirados por su habilidad,a los que se les da responsabilidades y autonomía. Pero al llegar a la casa se les dice que son unos inútiles. Se les critica por todo lo que hacen. No se les deja hacer nada sin permiso, y no pueden hacer nada sin que deshagan todo lo que él hizo. ¿Cuál es su reacción? Si se les va a criticar, hagan o no hagan, es más fácil no hacer. Si se les va a estar chequeando constantemente, es natural que no quieran tomar la iniciativa.

Hay casos, también, de hombres que encontraron su hombría cuando conocieron a alguien que creyó en ellos. Que los miró y confió en ellos: en su capacidad, en su inteligencia, en su aguante, en su profesionalismo.

Que valoró lo que ellos podían dar. Y ellos crecieron, y se mostraron más y más generosos en el hogar. No dieron 100% el primer día (y no se les pidió 100% el primer día), pero se valoró lo que dieron.

Si quieres que él haga algo, pídelo con una anticipación razonable, respetando su tiempo. Pídelo de buenas maneras, como se lo pedirías a una colega en el trabajo o a una amiga: con profesionalismo.

Verdadero o falso: “Me encanta cuando me haces sentir más capaz. Me motiva que me hables bien, como hablas a tus amigas y a tus compañeras en el trabajo. Tengo ganas de ayudarte cuando reconoces lo que hago, cuando te das cuenta y lo aprecias. Aprecio que respetes mi tiempo y mi cansancio, que confíes en que te voy a ayudar cuando pueda, que valorices mi manera de ayudarte”.

¿Quieres este segundo camino? Todos queremos ser tratados con dignidad, con respeto. Todos necesitamos ser admirados, reconocidos, y apreciados. Y cuando encontramos que alguien nos trata así, damos mucho más.

¡Consigue que él te ayude!
1. Haz una lista de todo lo que tu esposo sí ha hecho por ti (¡tal vez la lista sea súper corta!). Añade lo que a veces hace, aunque no lo haga muy bien. Valorízalo. Agradécelo. Los hombres necesitamossaber que la mujer a la que más amamos en el mundo es feliz con nosotros. Nos motiva.

2. Si quieres que él haga algo, pídelo con una anticipación razonable, respetando su tiempo. Pídelo de buenas maneras, como se lo pedirías a una colega en el trabajo o a una amiga: con profesionalismo. Los hombres valoramos la fortaleza, la decisión, la claridad, el decir las cosas sin recovecos. Si quieres que él cambie el pañal, no digas: “Tú nunca me ayudas”. Di: “Dame una mano, el bebé necesita un pañal nuevo”.

3. Si quieres que él dé más de lo que da hoy, comienza de a poquito.
Ten paciencia (como tú quisieras que él tenga contigo). Pide lo que
sabes que él puede dar, y aprecia lo que ha dado.

4. Y aprende a apreciar que damos de diferentes maneras. Hay diferencias entre hombres y mujeres. También hay diferencias entre persona y persona, y mientras que a Juan el jugar con los niños es un gusto, para Pedro es una tortura. Acepta su manera de amarte.
Y a cada oportunidad que tengas, haz sentir a tu marido que, para ti, no hay hombre más hombre que él.

Dr. Gabriel Martínez Toral
Profesor de Business y Economía, Ave Maria University, Florida

 

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