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Una de las epidemias que fracturan, silenciosamente, la base del tejido social, la familia, es la epidemia de la pornografía. Millones de páginas pornográficas están al alcance de la mano de cualquiera que tenga acceso a Internet. Y los filtros son muy débiles.

Sin embargo, existe un movimiento interesante de dos cadenas trasnacionales, nacidas en Estados Unidos, que podrían imponer una “moda”: McDonald’s y Starbucks han decidido –tras discutirlo con el Centro Nacional sobre Explotación Sexual y el grupo de abogados Enough is Enough (Suficiente es Suficiente)—agregar filtros anti pornografía en sus sistemas públicos de Wi-Fi.

Un vocero de la cadena de hamburguesas dijo que la medida se tomó porque McDonald’s es un restaurante familiar y que esta cadena de comida rápida quiere hacer sentir a su base de consumo que es bienvenida y que está segura dentro de sus locales.

La campaña de activación del filtro del Wi-Fi de McDonald’s comenzó a mediados de julio pasado y según los voceros de la cadena, actualmente opera en la mayor parte de los 14,000 establecimientos de comida rápida que posee en Estados Unidos.

Starbucks también se apunta

Siguiendo su ejemplo, Starbucks ha emprendido un movimiento similar, tras conocer, por parte del Centro Nacional sobre Explotación Sexual, los efectos perniciosos que tiene la pornografía entre los usuarios.

“Gracias a los avances sin precedentes en la tecnología, hoy sabemos qué servicios de calidad de filtrado de Internet son más capaces de excluir la pornografía, sin bloquear el acceso legítimo a sitios de salud o materiales educativos. Además, el filtrado de Internet es necesario para proteger a los niños de los daños de la pornografía”, dijo Dawn Hawkins, director ejecutivo del Centro Nacional sobre Explotación Sexual estadunidense.

Según el propio Hawkins, 27 por ciento de los jóvenes adultos primero vieron pornografía antes de llegar a la edad de la pubertad, “lo cual alarma pues el uso de la pornografía está vinculado a numerosos problemas, incluyendo desordenes en la conducta y agresividad sexual”.

Por lo pronto, estas dos organizaciones han comenzado un modelo de filtrado de pornografía que podría irse extendiendo hacia otras realidades, hasta llegar a donde debería haber llegado desde un principio: a los hogares y las escuelas donde se forman las nuevas generaciones, justamente las generaciones del Internet.

 

Vía Aleteia

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