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Los trastornos en el sueño se asocian a la dificultad de conciliar o mantener el sueño de manera normal, y son más frecuentes en la edad infantil. Una alteración cada vez más común es el “terror nocturno”, que es cuando la persona se levanta abruptamente del sueño en un estado de terror.

Pero, ¿en qué se diferencia el terror nocturno con una pesadilla? El sueño se divide en fases, las cuales están asociadas a actividades cerebrales distintas. Una de éstas es la fase REM, que es en la que tiene lugar gran parte de los sueños. Por lo tanto, las pesadillas comunes ocurren en esta etapa. En cambio, los terrores nocturnos, suceden durante la transición de una fase a otra. Si bien esta transición debería darse de manera natural, cuando surge algún desajuste, el niño puede levantarse muy confundido, hiperventilando, con pupilas dilatas y con una frecuencia cardiaca alta. Este episodio puede durar entre pocos segundos a 40 minutos aproximadamente, después de esto el niño vuelve a recostarse. A diferencia de las pesadillas, el niño, al día siguiente, no tiene recuerdos del episodio. Cuando los niños sufren un “terror nocturno”, aunque estén levantados y con los ojos abiertos, no están realmente despiertos.

¿Qué factores ocasionan los terrores nocturnos?

A pesar de no existir causas diagnosticadas, sí podemos tomar precauciones como:

  • Mantener una rutina y un horario establecido a la hora de dormir.
  • Respetar las horas de sueño.
  • No ingerir comidas pesadas antes de acostarse.
  • Evitar la televisión o videojuegos por la noche, más bien reemplazarlos por actividades relajantes como leer cuentos.

¿Cómo debo reaccionar ante un terror nocturno de mi hijo?

  • Recuerda que tu hijo no está despierto así que no hay palabras que lo puedan reconfortar.
  • No intentes forzar un abrazo u otro tipo de contacto físico ya que el niño está completamente desorientado y podríamos empeorar la situación.
  • No lo despiertes, y aunque las probabilidades de que lo logres son bajas, si sucede, el niño se mostrará muy confundido, se le hará muy difícil volver a conciliar el sueño, aumentando así las probabilidades de que el terror nocturno vuelva a ocurrir.
  • Vela por su seguridad, procurando que no se lastime a sí mismo. Quédate con él hasta que el episodio finalice y vuelva a dormir. Además, si los episodios se vuelven continuos, es muy importante que su habitación no sea una zona de peligro. Toma las debidas precauciones: cierra las ventanas, no dejes cosas en el suelo con las que pueda tropezar, vigila las escaleras, etc.

Debes recordar que por más que los “terrores nocturnos” puedan causarnos pánico, para quienes los que lo presenciamos, no deberían ser un signo de alerta. Sin embargo, si se vuelven frecuentes, es recomendable que lleves un registro para enseñarlo a su pediatra. Los notas podrían ser: ¿que días sucedieron?, ¿cuánto duró el episodio?, ¿qué hizo antes de dormir? etc.

Esta alteración suele ser pasajera, así que te recomendamos mantener la calma y ser paciente. De esta forma, sobrellevarán correctamente los terrones nocturnos.

 

Por: Belén Proaño Serrano

Máster en Atención Temprana

www.unmundosinetiquetas.com

 

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