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Fundado por Abelardo García Arrieta, el Colegio Abdón Calderón luego de 70 años desde su creación está a cargo de su hijo Abelardo García Calderón. Este junto a su esposa Guiomar Meneses y sus hijos: Abelardo, Guiomar, Daniela y Andrés nos cuentan lo que implica llevar las riendas de un colegio manteniendo la dinámica familiar basada en armonía y respeto.

Una figura muy peculiar

Guiomar hija comenta que su abuelo fundó el colegio en 1947 con solo 7 estudiantes, “él le apostó a la educación, ya que su papá no quería que sea educador”. Empezó siendo profesor lo que lo motivó a abrir su propia escuela. Tomó al “héroe niño” Abdón Calderón, como modelo del joven que se arriesga por amor a sus padres y a su Patria. Su hermano Abelardo Jr., recuerda que desde pequeños su abuelo siempre los vinculó con lo educativo “así sea en un paseo a comprar algo nos iba hablando de leyendas o de cálculo; creo que eso lo valoramos bastante porque es parte de lo que somos hoy”.

Vivir en una familia dedicada a la educación

Si bien las oportunidades de laborar en la institución siempre estuvieron ahí, Daniela menciona que nunca se vio presionada a trabajar en el colegio, más bien, encontró su camino mientras hacía prácticas.“en esa época aquí no había un Departamento de RR.HH., por lo que formulé un proyecto, se lo presenté a mi papá, poco a poco fuimos organizándolo”. Actualmente Andrés, el menor de la familia, ha empezado a involucrarse en el colegio hasta a realizar su masterado.

Definitivamente en lo que todos coinciden es que cada uno llegó ahí por cuenta propia y sin ningún tipo de obligación. Dado que se conocen “de toda la vida”, el ambiente de trabajo es más relajado y encuentran en el día a día cómo complementarse. Ya sea buscando una opinión o una consulta sobre algo, siempre se respeta el área del otro. Guiomar Meneses, cuenta en tono de broma que “no hay problemas ni roces, pero sí a veces hay que ponerle límites a los sueños de los educadores uno sueña, pero la realidad es otra”.

Su esposo, Abelardo recuerda que el modelo familiar siempre estuvo presente, su padre trabajó también con su hermana María Luisa “la eterna profesora de preparatoria”. Además recalca que aunque su papá no siempre estuvo de acuerdo con sus decisiones siempre las respetó, “aunque a veces hasta sus casi 100 años se iba a rondar los pasillos, no se involucraba más de la cuenta”. Explica que con sus hijos “evidentemente el respeto hacia el otro, la responsabilidad de toma de decisiones individuales, es lo que genera un buen ambiente familiar”.

Formar alumnos integrales

Abelardo Jr. señala que en cuanto a las necesidades de la institución quién mejor que elllos que “han vivido prácticamente ahí, han sido hijos, estudiantes, trabajadores y ahora hasta padres de familia del colegio para dirigirlas”; siempre formando de manera completa con los valores necesarios para transformar la sociedad. Bajo esta concepción, en un viaje familiar que coincide con la noticia de que Andrés está en camino, Abelardo padre recuerda pensar que su hijo tenía que estudiar en un jardín de infantes “distinto”, por lo que nació “Paidópolis”.

La idea se da por el impacto que le causó “La ciudad del niño” de Evita Perón en Buenos Aires, donde los niños no solo estudiaban sino también vivían. Recalca que hay también “ese juego con la magia, inspirado en Disney”: un iglú, un castillo, el arenero, la gobernación… elementos que están para despertar la imaginación. Así Paidópolis, es un espacio donde el niño aprende porque juega. Cruza las calles por el paso cebra, empieza a entender lo que es un pare, un semáforo, siempre “disfrutando y aprendiendo sin darse cuenta, que es lo más rico de estas edades”.

Así como Abdón Calderón, que a pesar de ser un niño fue lo suficientemente valiente como para entrar en la lucha demostrando liderazgo, los García esperan coninuar el legado de su abuelo, formando jóvenes que salgan adelante, que demuestren todo lo que pueden lograr. Consiguiendo mantener no solo la figura de Calderón vivo como un héroe en el siglo XXI, sino la de jóvenes con esperanza.

Por: Carol Arosemena
Lcda. en Comunicación y Literatura
Máster en Comunicación y Educación

 

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