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Son cada vez más frecuentes en el consumo diario, pero tomarlos en exceso trae graves consecuencias.

El exceso de deudas, el agitado ritmo de vida, los entornos familiares disfuncionales y otros factores que se desarrollan a diario han extralimitado la capacidad de tolerancia al estrés. El 70% de quienes lo sufren en un nivel extremo, tienen asociado un problema de ansiedad que desencadena cuadros de tristeza, depresión, desánimo, apatía, trastornos del sueño e incluso riesgo suicida.

Las personas cada vez más no saben cómo controlarse y esta situación las lleva a que recurran a una «automedicación» que, en algunos casos, produce efectos inesperados y a su vez esconde cuadros clínicos severos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la automedicación como “el uso de los medicamentos por parte de las personas con el propósito de tratar enfermedades o síntomas que ellos mismos puedan identificar”.

Efectos de su consumo

Los principales medicamentos con tendencia al abuso son los ansiolíticos o tranquilizantes que reducen la sensación de angustia y que se usan a veces como relajantes o medicamentos contra el insomnio. Por eso, no hay que consumirlos si se debe conducir, porque al igual que los antihistamínicos producen somnolencia.

Pero sus efectos pueden crear también un hábito en el organismo, por lo que tampoco deben tomarse de forma prolongada y mucho menos sin que se los haya recetado un médico; todos deben de ser dispensados bajo receta médica. Dado que el alcohol potencia su acción, están contraindicadas las bebidas alcohólicas en quienes los toman.

El abuso de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos puede asociarse con frecuencia a la dependencia de otras sustancias: alcohol, cannabis, cocaína, heroína,..anfetaminas. Pero estos sedantes se toman a menudo para aliviar los efectos indeseables de estas otras sustancias. El diagnóstico de dependencia de sustancias debe establecerse cuando, además de haber dependencia fisiológica, el sujeto presenta una amplia gama de problemas.

Por ejemplo, una persona que interfiere sus actividades para el consumo de drogas.Es común que cuando el profesional comienza a bajar dosis los pacientes recurran a otro especialista indicando su sintomatología y ocultando que ya ha tomado este tipo de medicación para que se le prescriba nuevamente. ¡Cuidado! Hay que estar alerta para que esto no ocurra. Ante la presencia de síntomas de ansiedad, depresión, trastornos de sueño y lo que denominamos “estrés intenso”, se recomienda tener la confianza de un médico de cabecera que sepa manejar la situación.

Asimismo, en caso de necesitarlo, él sugerirá visitar un especialista y evitar que el cuadro se intensifique al punto de imposibilitarlo de realizar sus actividades cotidianas en el ámbito familiar, escolar, laboral o social.

 

Por: Paola Escobar Massuh

Especialista en psiquiatría y salud mental

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