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Cuando los niños son quisquillosos con la comida, se sienten llenos rápidamente, no disfrutan probando nuevos alimentos y deciden que no les gustan sin haberlos probado siquiera; se dice que son niños con malos hábitos alimenticios, lo que trae consecuencias a corto y largo plazo. 

Una posible consecuencia a largo plazo de la conducta mal comedora es un menor rendimiento cognitivo (dificultades para realizar pruebas que requieran atención, dificultades de memoria, percepción visual, comprensión verbal y otros importantes procesos cognitivos). 

Por estas razones es importante que los padres trabajen con los niños “malcomedores” y así prevenir futuros problemas con la alimentación. Las siguientes claves ayudarán a poner fin a los problemas de alimentación del niño.

1. A medida que el niño vaya siendo capaz, hacerle partícipe de todos los preparativos de la comida. Por ejemplo que ayude a hacer la lista de la compra, a comprar, a preparar la comida, a diseñar el menú, a poner la mesa. 

2. Crear un hábito de alimentación: esto es comer en el mismo momento, en el mismo lugar y de la misma manera. Esto no es sinónimo de rigidez, pues cuando el niño haya adquirido este hábito, se podrán hacer excepciones. 

3. Fortalecer la autonomía del niño, dejándole que coma solo. Con seguridad tardará un poco más que si los padres le dan la comida, pero aprenderá a hacerlo. 

4. Intentar comer al menos tres o cuatro veces en semana todos en familia. El niño aprenderá imitando y no solo lo que comen los demás, sino también cómo se comportan y relacionan en la mesa. 

5. Hacer de la comida un momento de relajación, en el que los temas de comida no sean el tema central de las conversaciones. Dedicar, por ejemplo, este rato para hablar de todo lo divertido que cada uno ha hecho durante el día, o a planear las actividades del día siguiente, o del fin de semana. 

6. Evitar llevar a la mesa juegos o ver la tele, actividades que le despistarán del principal objetivo en ese momento: comer.

7. Si el niño decide no comer el menú que se la ha preparado, no hacerle uno nuevo. Es la única forma de que aprenda la lección. 

8. Reconocerle cualquier avance a la hora de la comida, si prueba algo nuevo, si tarda menos, si ayuda en la mesa, si está toda la comida sentado sin levantarse… por mínimo que parezca el progreso. De esta manera querrá repetirlo para obtener la atención de los padres. 

9. No atender su comportamiento cuando su actitud en la mesa no sea la que se espera, seguir con la conversación o la comida y no alentarlo a finalizar con su comportamiento. Cuando de nuevo vuelva a comer o a sentarse, es el momento de decirle lo bien que lo está haciendo.

10. Ser paciente, firme y constante. Esto no se consigue en un día. El aprendizaje ha de ser progresivo, plantear primero un objetivo y cuando éste se logre, plantearse otro. Proponerse muchos objetivos de golpe, o un objetivo muy amplio, dificulta el conseguir llegar a la meta. 

La irritabilidad de las familias

Un estudio reciente muestra que existe una estrecha relación entre malos hábitos alimentarios de los niños y el estrés de la familia a la hora de las comidas. Unos niveles altos de irritabilidad en los padres pueden tener consecuencias negativas en el comportamiento de los niños ya que podrían empeorar sus hábitos alimentarios en el futuro.

 

Vía ABC 

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