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Cuando alguien te dice que los hijos no van a suponer un peaje al romance en tu matrimonio, o es tonto o es alguien que está desesperado por tener nietos. Te toca hacer un gran esfuerzo para mantener la llama viva cuando una pequeña voz interrumpe en cada beso o abrazo. Así que te ofrezco diez consejos para conseguir un feliz y romántico matrimonio, especialmente para los casados con hijos.

Recuerda que el amor es una decisión, no un sentimiento

Es imposible mantener las mariposas en el estómago hacia tu esposo/a constantemente, especialmente cuando los niños pequeños te están pidiendo todo tu tiempo y tu energía. Sólo recuerda que tu relación con tu cónyuge va primero. Si quieres lo mejor para tus hijos, (¿quién no?), el éxito de tu matrimonio es primordial.

No dejes que tus hijos lleven la batuta

Si tu devoción por tus hijos ha llegado a un punto en el que ellos te pasan por encima (Sé honesto/a, ¿haces cosas que pueden ir hacia esa dirección?) puede haber un cúmulo de tensión en tu casa. Quizás es tu cónyuge que no está de acuerdo con tus métodos de disciplina. Cuando se trata de disciplina, es imperativo que ambos padres estén en la misma línea.

Hay que estar siempre en comunicación

Ya se trate de discutir sobre los estilos de educación o sobre cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que pudisteis compartir un momento íntimo, hay que ser abierto y honrado. “Comunicación es la clave”, puede ser un cliché, pero son palabras que hay que vivir. Si tienes algo que decirle a tu cónyuge, hazlo. No lo escondas, porque crece y se corrompe y puede provocar una explosión.

Cuando llegue el momento de hablar, hazlo de forma agradable

No hagas una lista de culpas y la eches de golpe sobre el otro. A nadie le gusta ser atacado. Esta es una razón más por la que hablar cuando algo no va bien. Y si es posible hacerlo de una manera adecuada. Esto hace que el golpe se minimice. Por ejemplo: “Deberíamos esforzarnos más en dejar la cocina un poco más recogida”. Incluso si es de sobras conocido que la otra persona es un desastre en la cocina, el baño o donde sea, es mucho mejor decir esto que: “¡Tienes que arreglar este caos!

Pon a tu cónyuge primero

A pesar de haber aprendido desde el jardín de infancia a compartir, seguimos siendo seres egoístas. Queremos lo que queremos cuando lo queremos. Tecnología y sociedad como conjunto no son de ayuda para romper esta costumbre, pero el funcionamiento feliz de la familia excluye totalmente el egoísmo.

Pregúntate siempre ¿qué es lo que a mi cónyuge le hace feliz? ¿Qué le apetece comer? ¿qué película le apetecería ver? ¿o qué postre para compartir elegiría en un restaurante? Deja a tu cónyuge que elija. Tener a tu cónyuge feliz te hace a ti feliz. Deja que su felicidad te traiga felicidad.

Tened citas

Solo porque estás casado/a y tienes hijos no significa que tu vida social se acabó. Necesitas pasar buenos ratos a solas con tu pareja. Salir de casa muchas veces no es posible por el tema económico pero puedes crear una cita sin salir. Disfruten de una buena película con palomitas o un buen vaso de vino. O jugad a algún juego de mesa. Cada pareja tiene un juego al que le gusta jugar. Queda para realizar esa actividad. Márcala en el calendario si es necesario.

cita en pareja

Encuentra un momento de comunicación

Esto deberías hacerlo diariamente. Siéntense juntos. Acurrúquense. Que una parte de ti toque al otro. El contacto físico ayuda. Sí, aunque estés enfadado/a, una parte de ti toca a tu cónyuge, ese contacto alivia la tensión y ayuda a asumir los problemas de una forma más tranquila, más calmada. Inténtalo.

Id a dormir a la misma hora

Esto les proporciona otra oportunidad para la comunicación: verbal o física. Tú decides. Disfruta de la compañía del otro. Si normalmente te acuestas cuando ya estás tan cansado/a que no puedes hacer más y caes dormido/a apenas llegas a la cama, acuéstense antes. Se necesita más tiempo de pareja.

Sé agradecido/a

Permite que tu cónyuge te ayude, pide ayuda, pero no la exijas. Pide con cortesía sin exigencias ni quejas. Y acepta con gratitud. Cuando la ayuda llega sin pedirla, sé agradecido/a y no te dé pena mostrar gratitud. Las palabras “gracias” y “te quiero” ayudan mucho, los besos más todavía.

Céntrate en las cosas positivas de tu vida

Probablemente tendrás que lavar el desastre luego pero, ¿no fue adorable cuando tu bebé sopló la papilla encima de ti? No te ha dado tiempo a cambiarte y vas en pijama todo el día pero tu bebé ha aprendido a darse la vuelta. ¿Puedes recordar la última vez que te duchaste? Pero seguro que te acuerdas de su primera palabra o del primer paso.

No te quedes en lo negativo. Nadie te dijo que la vida sería sencilla. Hazlo lo mejor que puedas. Cada cosa se hará a su debido tiempo. Y recuerda, no siempre será así. Cada persona con canas que te encuentres te dirá: “los hijos crecen muy deprisa”. Disfruta de lo que tienes y filtra lo malo.

 

Vía Aleteia

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