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¿Estás pensando en ser católico? ¿Estás pensando en tomarte en serio tu catolicismo, si lo tenías un poco descuidado?

No sé si es buena idea convertirse. Yo que tú lo pienso antes de lanzarme. Pasa que el catolicismo no es un “club del buen pasar”.  Ser católico es estar un poco loco. Un poco loco de amor por Cristo, otro poco loco de amor por María, y, en consecuencia, un poco loco de amor por los demás. Y ser loco, en este mundo tan “cuerdo”, no es fácil. Las locuras que los católicos hacemos, muchas veces le pesan a quienes no son católicos, porque son casi siempre tomadas como una acusación de que los que están tan “cuerdos”.

Por eso, sirva este pequeño artículo como advertencia: si estás pensando en convertirte, te convertirás casi inevitablemente en una persona “rara”. Tal vez en una persona feliz, y nada desentona tanto en este mundo entristecido en el que vivimos, como ver a una persona genuinamente feliz. El Catolicismo comprometido es un camino de ida. No digas que no te lo advertimos.

Escribo este artículo un poco en broma y un poco en serio. En serio porque todas las cosas de Dios son serias. Pero eso no quiere decir que tengan que ser aburridas. O innecesariamente solemnes. En el fondo, el humor invita a la reflexión. Y cuando tenemos que comparar lo ínfimo con lo sublime, un camino posible es el humor: «Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres» (1 Cor, 1, 25).

1. ¡Cuidado! Puedes encontrar sentido a tu vida

Los católicos creemos que Dios nos crea con un propósito, y que si logramos descubrir ese propósito, podemos aspirar a la Santidad. ¿Y qué es la Santidad? Complicarse la vida innecesariamente. Hacer lo fácil, difícil. No tomar ningún atajo. Proponerse algo y lograrlo, con la ayuda de Dios. Tomar el camino angosto, para entrar por la puerta estrecha. ¿Y cómo puede ser que haciendo todo más difícil tengamos tiempo todavía para ser felices? Bueno. Ahí está el secreto. La Santidad es el plan de Dios para nuestras vidas. Y si seguimos el plan de Dios, que nos creó, ¿de qué forma podemos ser infelices? ¡Hasta el martirio nos parece ganancia, porque no ponemos nuestra felicidad en esta vida, sino en el premio increíble que Dios nos tiene preparado… “Ni ojo vio, ni oído oyó…” (1 Cor 2, 9).

 

2. Tal vez renovar el auto ya no esté entre tus prioridades

Tal vez, ese encontrar sentido a tu vida haga que cambien las prioridades. Y lo que ayer te parecía primordial, como el de tener un auto último modelo, hoy pase a ser totalmente secundario. Lo peligroso es que a esas prioridades las reemplazan cosas totalmente “ridículas”, como participar en una jornada de formación o ir a ayudar a los damnificados por una inundación o un terremoto. Pon atención: el cristianismo hace que tus prioridades se pongan “patas para arriba”. Y terminamos pareciendo Locos. Locos de amor por el prójimo, y menos locos de amor por el auto último modelo.

3. ¡Atención! Tal vez quieras tener más de un hijo. Dos, tres, cuatro…

¡Los que Dios Quiera! ¿Cómo? ¿Todos los que Dios quiera? ¡Irresponsable! ¡Los niños necesitan los últimos adelantos tecnológicos para ser felices! ¿Cómo vas a traer un niño a este mundo si no tienes el dinero para garantizarles las mejores escuelas y las mejores condiciones? En otra cosa que los católicos estamos locos. Locos de amor por nuestros hijos. Y les damos lo más caro y exclusivo que se pueda conseguir en el mundo de hoy: les damos tiempo, tiempo de calidad invertido solamente en amarlos, escucharlos y protegerlos. Y por eso, pese a que no tienen “la última tablet” o que tal vez su ropa tenga algunos remiendos, nuestros hijos crecen seguros de sí mismos, y también son felices.

4. Tal vez comiences a pensar en contra del aborto, el divorcio, la eutanasia, etc…

Los católicos nos ponemos en contra a prácticamente todo el mundo en mantener unas opiniones contrarias a la corriente cultural imperante. Estamos siempre “fuera de la moda”. Nos oponemos al aborto, al divorcio, a la eutanasia… ¡Porque no nos gustan las salidas fáciles! Y creemos que todo tiene sentido en esta vida, ¡hasta el sufrimiento! ¿Y por qué no vivimos nosotros nuestra fe y dejamos en paz a los demás que hagan lo que se les ocurra? La respuesta es de nuevo: chiflados. Locos irremediables. Creemos que todo el mundo tiene el derecho a que se le diga la verdad y además nos creemos que tenemos que convencer a todos de nuestros puntos de vista. Algo así como ser “levadura en la masa”.

5. ¿Y si descubres que tienes vocación para la vida consagrada?

Algunos chiflados de entre nosotros dicen que Dios les mostró que tienen que dedicarle toda la vida. ¿Toda la vida? ¡Toda! ¿Sin condiciones? ¡Incondicionalmente! ¿Y cuál es el truco? Ninguno. Por amor a Dios y al prójimo solamente, estos “loquitos lindos” se lanzan a las aventuras más inverosímiles, como ir a predicarles el evangelio a los pobres en Tanzania, o en medio de la guerra en Siria o Irak, o en medio de la pobreza más increíble en Filipinas. Y como si eso no fuera suficientemente difícil por sí mismo, ¡Se hacen célibes por el resto de sus vidas! Son nuestros locos favoritos, y, de acuerdo a los parámetros del mundo, deberían ser las personas más tristes y miserables del mundo… ¡Y sin embargo son tremendamente felices!

6. ¡Advertencia! ¡Si te haces católico, siempre estarás de fiesta!

En Enero, terminamos la octava de Navidad (nuestras fiestas son tan grandes que no entran en un día) y festejamos a María, Madre de la Iglesia. A los pocos días, el Santo Nombre de Jesús, un par de días más y ¡Epifanía! Todavía no terminamos la primera semana del año y seguimos festejando desde la Navidad. Los católicos creemos que la vida es una Fiesta, y hay que celebrarla. Y la jarana sigue todo el año: febrero con la Presentación del Señor, Nuestra Señora de Lourdes y la Cátedra de San Pedro; marzo con San José y la Anunciación del Señor, (cuando no cae la pascua en marzo cae en abril) y así durante todo el año.

7. ¡Tal vez estés de acuerdo con el Papa!

Leemos los documentos que el Papa envía, y los estudiamos, y escribimos libros y damos conferencias sobre ellos. ¿Por qué? ¿Qué hace que más de 1000 millones de personas sigan cada palabra de ese ancianito? Pues… Es fácil: las cosas que dice ese ancianito tienen mucho sentido. Y cada vez que lo seguimos, estamos convencidos de que lo que dice es la verdad. Las grandes verdades que han incomodado al mundo han salido en los últimos 20 siglos de la boca o la pluma de un Papa. Y cuando el mundo se incomoda, es generalmente porque el Papa ha dado en la tecla de los males que afligen al mundo.

8. Y si te conviertes en alguien tan “raro”, ¿no te perseguirán?

¡Eso está garantizado! Casi es la marca de agua que nos permite reconocer a un verdadero católico de uno “acomodado”. ¿Te persiguen? ¡Casi con certeza eres buen católico! Les pasó a los mejores de nosotros, empezando por Nuestro Señor Jesucristo. Y aquí es donde la cosa se pone interesante: para nosotros, esas persecuciones son ¡Recompensas! ¿Estamos locos? Bueno, creo que lo dije un par de veces en este artículo. Jesús nos dijo en las bienaventuranzas que cuando seamos perseguidos por causa de su Nombre, ¡Nos alegremos! ¿Por qué? ¡Porque nuestra recompensa será grande en los Cielos! ¿Jesús nos considera dignos de sufrir por su Nombre? ¡Algo debemos estar haciendo bien!

9. Tal vez te vuelvas consciente de qué gran pecador eres

Pero, como dice el refrán, ¡A grandes Males, grandes remedios! Tenemos la confesión sacramental, a la que podemos recurrir todas las veces que necesitemos. ¿Pecaste? ¡Confiésate! ¿Volviste a pecar? ¡Vuelve a confesarte! ¿Qué? ¿Decirle a otro pecador tus pecados? ¿Qué locura es esa? ¡La locura de la Misericordia de Dios, que nos dejó un sacramento para realmente perdonarnos todos los pecados! ¡No importa la gravedad de tus pecados, el confesor tiene los oídos curtidos! ¡Y además él es también un pecador, así que te va a tratar con misericordia exquisita! Y al salir del confesionario… ¡Qué alivio del alma! ¡Se siente como si hubiéramos llevado el alma cargada con el mundo entero y luego de la confesión ¡El alivio es COMPLETO! No existe otro modo de convencernos de lo grandes pecadores que somos si no es a través de experimentar la Misericordia gratuita de Dios Nuestro Señor!

Y lo más peligroso de todo: Podrías finalmente ser feliz

Y para ser feliz hay que ser un poco inconsciente. Así somos los católicos. Inconscientes de los peligros, porque ponemos toda nuestra confianza en Dios. ¿Podemos ser felices en medio de las calamidades de este mundo? Podemos, porque sabemos que este mundo es un lugar de paso, y todas las calamidades que podamos pasar aquí son nada comparadas con la increíble cantidad de beneficios que el buen Dios nos regalará si las sufrimos con paciencia. Pero además, como no nos desanimamos fácilmente, ¡sabemos que Dios nos llama a combatir esas calamidades! ¡Que tenemos el deber de cambiar el mundo! Y como no confiamos en nuestras fuerzas y confiamos en Dios, sabemos que ¡Podemos cambiarlo! Eso nos hace muy felices.

Por: Andrés D’ Angelo Vía CatholicLink

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