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La castidad es la única vía que existe para conocer y vivir el verdadero amor. Compartimos 3 tips para que puedas mantener su propósito.

Ante el poco conocimiento que existe acerca de la castidad, proclamar que la vives es un título que trae algunas responsabilidades. De pronto te conviertes en un referente un poco idealizado, como si estuvieras blindado de encender tus hormonas o de tener impulsos sexuales…, aunque en realidad, suceda todo lo contrario.

Tal era el caso de Agustín y Gabriela: a pesar de que ellos apostaron por una relación casta, pocos sabían el “behind the scenes” de esta decisión y las dificultades que enfrentaban.

Entonces, algunos detractores de la castidad los alentaban a dejar de ser tan “conservadores” y a vivir una vida sexual sin reprimirse. Sin embargo, ambos estaban decididos a postergar las relaciones sexuales para el matrimonio, y poco a poco, fueron comprendiendo las claves que les permitirían mantenerse firmes en su propósito.

 

CASTIDAD 1

 

Cuidar las caricias para preservar la castidad

Después de cada salida, las despedidas eran un gran reto para ambos: un pequeño beso se iba complementando con las caricias, se iba prolongando el tiempo… Y, sin necesidad de palabras, se hacía evidente el deseo de tener relaciones sexuales. Ambos sabían que estaban yendo por el camino equivocado. No porque el tocarse sea malo o pecaminoso, sino porque sus manifestaciones de amor terminaban en intenciones que ellos no buscaban.

Pero entendieron que el afecto y las caricias pueden tener dos objetivos. El primero es demostrar soporte a la otra persona, que la quieres, comunicarle que no está sola y tu cariño, a través de un abrazo sincero, o simplemente sujetándole la mano. Y el segundo se da en las relaciones sexuales, cuando el tacto y la sensorialidad buscan la excitación de nuestros cuerpos a través de la estimulación de las zonas erógenas. Ellos no buscaban lo último, por lo que entendieron la importancia de moderar la intensidad de las caricias, abrazos y besos, enfocándolos hacia lo primero.

Cuidar los espacios afectivos y no caer en la sexualidad

Quedaba clara la pauta de evitar las caricias desmedidas; sin embargo, la teoría no se aplicaba en la práctica. Era común que, viendo películas a solas en casa de alguno, las hormonas despertaran, y los pequeños besos terminaran gradualmente en ocasiones próximas a las relaciones sexuales. El reto de vivir la castidad se veía cada vez más imposible y frustrante.

Lo que sucedía era que sus impulsos sexuales aprovechaban aquellos espacios de intimidad y ausencia de terceros, para manifestarse sin filtros. Agustín y Gabriela entendieron que, en lugar de quejarse por una falta de fuerza de voluntad, resultaba más sabio evitar determinados espacios afectivos, donde no había nadie más que ellos, y que incentivaban manifestaciones de excitación sexual.

Cuidarse de los manuales

En un contexto social en el que el sexo se ha banalizado, es importante hacer el esfuerzo de instruir a cada vez más personas del tema. Por eso, Gabriela aconsejaba a parejas más jóvenes cuando le pedían ayuda. Tras muchas conversaciones, se dio cuenta de que era absurdo plantear un manual de reglas con una lista interminable de “cosas que NO debes hacer para vivir castamente”. No todos tenían las mismas luchas y dificultades que ella vivía junto a Agustín. Lo importante radica en incentivar un pensamiento crítico en los demás.

A veces, nuestras ganas de calmar nuestras frustraciones nos llevan a buscar respuestas rápidas de quienes tienen más experiencia. El mejor proceso para lograr objetivos es entender una teoría, y luego tomar decisiones personales, validar su eficacia e ir adaptando las acciones.

Lo más importante en la sexualidad es entender cómo funcionan y reaccionan nuestros cuerpos, que están diseñados para tener relaciones sexuales. Para que estas se desarrollen exitosamente, necesitan de caricias y espacios de intimidad particulares, y es responsabilidad de cada pareja tomar medidas coherentes con un objetivo íntimo: decidir qué caricias moderar y qué lugares o ambientes evitar o frecuentar, para no despertar pasiones sexuales.

Se suele pensar que el mayor reto de la castidad es proponérsela a alguien que nunca ha escuchado de ella. Sin embargo, para quienes ya han decidido vivir esta virtud, mantener el propósito tiene sus propias dificultades.

 

CASTIDAD 2

 

Escrito por: Yohei Icochea, comunicador de profesión y guionista de vocación, vía amafuerte.com

 

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