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El pasado martes 13 de marzo se cumplieron 5 años del pontificado del Papa Francisco, electo en el cónclave convocado tras la renuncia del actual Papa emérito Benedicto XVI.

Este periodo se ha caracterizado por llamar a todos los fieles a ser una Iglesia en salida, que se concibe como un hospital de campaña que sana a los heridos, a ser misericordiosos como el Padre. Su Santidad Francisco, salió al balcón central de la Basílica de San Pedro a impartir su primera bendición Urbi et Orbi, y lo primero que pidió fue una oración por el Papa Emérito, así como que el pueblo de Dios pidiera la bendición para él, con lo que en unos segundos hizo rezar a todo el mundo.

Vive en Casa Santa Marta, porque quiere estar entre la gente y no solo con unos pocos, oficia la Santa Misa y predica continuamente. Además, sus homilías son conocidas por todos en el mundo. Es un pastor con olor a oveja, tal como exhorta a los todos los ministros sagrados.

En este mundo fragmentado, que vive una tercera guerra mundial a pedazos, como la describe el Obispo de Roma, son muchas sus preocupaciones, como la Guerra en Siria, y los conflictos en África. Por los cuales ha pedido en diferentes ocasiones jornadas de ayuno y oración.

Perseguidos por su fe

Fruto de la sinrazón millones de cristianos se ven perseguidos por su fe, muchos han sido martirizados y otros han dejado todo para poder sobrevivir. El Papa ha acuñado la frase que describe esta situación: “el ecumenismo de la sangre”, cristianos católicos, coptos y de otras denominaciones sufren esta persecución. Sin embargo, el interés del Papa no sólo es para estos, sino que tiene solicitud por todos aquellos que son discriminados como los yazidíes en medio oriente o los rohinyá en Myanmar, país que visitó el año pasado, por quienes ha alzado fuertemente la voz.

El Papa Francisco, sabe que la creación sufre y que no podemos seguir explotándola al ritmo de nuestro propio egoísmo. La estamos convirtiendo en enorme basurero, por eso es que escribió la Carta Encíclica Laudato Si´, Sobre el Cuidado de la Casa Común, donde se exhorta a vivir una verdadera “conversión ecológica” término señalado previamente por San Juan Pablo II. Su publicación tuvo una gran acogida por la comunidad científica, incluso instituciones educativas la utilizan como texto de referencia.

Cercanía con todos

Ante todos estos acontecimientos el Papa sabe que no es momento de estar distraídos, y convocó a un Año Jubilar Extraordinario, el Año de la Misericordia, cuyo lema fue “misericordiosos como el Padre”. Esto nos recuerda la inagotable misericordia y ternura de Nuestro Señor, además de enfatizar la importancia de realizar las obras de misericordia corporales y espirituales.

Sus gestos de cercanía para con todos lo hacen ser alguien que es amado no solo por los católicos o por los cristianos sino por personas de cualquier creencia o aún carente de ella. También lleva cruces, al no ajustarse a sus parámetros le critican sin el menor reparo. Sin embargo, el Sucesor de Pedro, al notar “falta de bondad espiritual”, se limita a pedir por ellos.

Su interés por la familia, es monumental, en una de sus homilías en Ecuador, invitaba a repetirlo hasta creerlo, “lo mejor está por venir”.

Su labor es muy grande incluidas ya dos Jornadas Mundiales de la Juventud Internacionales, en Río de Janeiro, Brasil y en Cracovia, Polonia. En la primera invitó a “Hacer Lío” y en la segunda a que tengan “los botines puestos”. Además, ya está convocada la próxima para enero de 2019 en Panamá, para la cual él mismo ha dicho que no sabe si estará, pero aseguró que estará Pedro. Mientras descubrimos la voluntad de Dios sobre el particular, regocijémonos por su presencia, pongamos por obra sus invitaciones y demos gracias a Dios que nos ha dado un guía que aplica “la revolución de la ternura.”

 

Vía: Yo Influyo

 

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