Todas las mujeres tenemos cualidades especiales que nos han sido dadas por Dios. Hoy comparto contigo los siete dones que te harán ser la mejor esposa.
Desde que era niña mi anhelo más grande fue tener una familia. Una casa grande y bonita. Ser una esposa perfecta y procrear muchos hijos. Hoy mi sueño está cumplido: tengo una familia hermosa, un esposo maravilloso, una nena encantadora y feliz, un hogar que hemos decorado poco a poco, pero con todo nuestro amor. Poseo todo lo que algún día anhelé; bueno, solo me falta un par de niños más, pero debo esperar al tiempo perfecto de Dios.
La cuestión es que hoy los planes de muchas niñas son todo lo contrario a los que yo siempre tuve, y aunque los respeto, debo admitir que siento tristeza al ver que hoy numerosos matrimonios no llegan a realizarse solo por la mera voluntad de amarse y permanecer juntos por el resto de sus días. Y me he puesto a pensar sobre cuál factor determinará que las mujeres ya no sientan esos deseos de comprometer su vida con un hombre, y juntos formar una familia.
Quizás sea por dar prioridad a los estudios y el ejercicio profesional, a la búsqueda de independencia y autonomía, o es probable que se deba a lo opuesto: muchas mujeres no se creen lo suficientemente valiosas como para ser dignas del amor de un hombre y responsables para tener y criar hijos. Pero, amiga, déjame decirte que las mujeres fuimos elegidas para ser grandes consejeras y ministras del hogar.
Dios ha puesto en nosotras una infinidad de habilidades para concretar todos nuestros sueños, sin necesidad de separarlos.
Soy muy bendecida porque comparto mi vida con un hombre maravilloso, que es inteligente, simpático, responsable, buen amigo y buen padre; y a quien amo de forma incondicional. Y aunque mi sueño siempre fue ser una excelente esposa, debo confesar que por un tiempo, como mujer, me sentí «El patito feo».
Hoy me veo como una mujer plena, realizada, digna, valiosa; en fin, me siento empoderada, sí, llena de cualidades inigualables por ser mujer. Quiero hacerte saber que donde quiera que estés, y a donde quiera que vayas, si sueñas con ser la mejor esposa y una madre ejemplar: ¡puedes hacerlo! Dios ha depositado en ti dones para ser esa ayuda idónea, no te dejes opacar por lo que los demás creen saber de ti; cree, más bien, en lo que Dios ha puesto en ti y úsalo para cumplir tu anhelo.
Quiero compartir contigo ocho cualidades que todas las mujeres tenemos, y que es posible utilizar para convertirnos no solo en la esposa que «soñamos» ser, sino para ser la esposa que —entiendo— Dios quiere que seas:
1. Pureza. Tu esposo necesita a su lado a una mujer pura, moral e intelectualmente; pulcra en su forma de actuar y de pensar; sabia al juzgar y al discernir; congruente en su forma de ser, y que sea un reflejo de él y de su familia.
2. Perfección. ¡Créelo, eres perfecta!, no necesitas que te practiquen ninguna operación, tu belleza física y emocional son adecuadas para tu esposo. Ya eres hermosa y delicada, lústrate a diario con una sonrisa y con paciencia, vístete de amabilidad y buen consejo, péinate de mesura y honorabilidad, agrada a tu esposo con esto y verás que no habrá para él mujer más perfecta que tú.
3. Dignidad. Siéntete valiosa y merecedora de todo lo que eres, tienes y haz logrado. No habrá mejor imán para mantener el amor de tu esposo que saber que tiene a su lado a una mujer que se ama, se valora y se respeta a sí misma; eso lo hace admirarte y respetarte.
4. Fortaleza física y moral ¡Damos a luz! ¿Quieres más? Somos resistentes a la adversidad, no hay nada ni nadie que pueda doblegarnos; somos fuertes física y emocionalmente. No hay nadie como tú, mujer, que resiste de pie todo tipo de batallas y si lo crees, vencerás.
5. Sensibilidad. Tienes dones especiales: intuición, y un alto grado de percepción; somos generosas y compasivas. Te das cuenta de las cosas y siempre haces mil intentos por dar lo mejor de ti y por encontrar soluciones. Haz sentir orgulloso a tu esposo de que seas tú la parte cálida y amorosa de su matrimonio.
6. Siempre lista. Desde lejos hueles la batalla y siempre estás dispuesta a actuar; no escatimas ni temes si es por tu familia, siempre estás ahí, arriesgada pero con estrategia, acompañas y das ánimo, y todo eso él lo ama de ti.
7. Estás llamada para más. No para conformarte, sino para seguir siempre hacia adelante, animada y empoderada. Hemos sido creadas para llegar hasta donde nosotras queramos. Eres el motor de tu casa, tú decides en qué momento frenar.
Solo de recordártelo me emocioné y una vez más, lo volví a creer; hoy lo comparto contigo y deseo de todo corazón que tú también te sientas poderosa de ser mujer, porque sin duda llegarás a convertirte en la esposa que tu marido merece a su lado y amará para toda la vida. Juntos lleven a cabo la mejor tarea del mundo: formar un hogar lleno de amor.
Vía: Familia.com