Se dice que en promedio viviremos 35 años más de que lo que vivían nuestros bisabuelos, porque se han agregado más años a la expectativa de vida en el siglo 20 que en todos los siglos previos desde la existencia del ser humano. Esto, combinado con que la tasa de natalidad va cayendo, crea una revolución. Esa revolución demográfica que estamos viviendo se la conoce hoy como la revolución de la longevidad.
Sin duda representa desafíos para la sociedad, pero a los adultos mayores les otorga un poder solo comparable a épocas ancestrales, donde el abuelo era el jefe indiscutible de la familia y comunidad. Entonces, la pregunta es: ¿por qué no vemos esto como una oportunidad de re-empoderamiento, sino que lo percibimos como una carga que asusta?
La gente mayor de 50 años es más segura, sabia, tolerante, menos estresada y más feliz.
Es muy probable que tengamos en nuestra mente la vieja metáfora de que todo en la vida puede ser representado por un arco: el arco de la vida. Pero, frente a esta revolución, donde los adultos mayores cada vez son más, debemos buscar una metáfora apropiada para la vejez: yo elijo por ejemplo una montaña. Justamente, Ingmar Bergman, cineasta sueco de 89 años, lo dijo de esta forma: “envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”.
Estereotipos asociados a la edad
¿Qué nos impide ver la vejez como lo que realmente es? Algo llamado viejismo: aquellos estereotipos negativos asociados únicamente por la edad.
Revisemos algunos de ellos:
1. Vejez como sinónimo de enfermedad
Ser viejo no es ser enfermo, no siempre, no de manera inevitable. La vejez se inicia desde el nacimiento de las personas, es un proceso continuo. Es una etapa más de vida, que puede ser tan o más importante y emocionante que cualquier otra.
2. Todos los “viejos” son iguales
En el abanico de la vida, al nacer se sitúan todos los niños recién nacidos en su borde inferior, todos muy cerca el uno del otro. A medida que van creciendo y avanzan a lo largo del abanico, la distancia de uno con otro es cada vez mayor, esta distancia representa las diferencias que encontramos entre las personas que son más acentuadas cuando tienen 50, 60, 70, 80, y así sucesivamente. De la misma forma, es incorrecto, decir que todas las personas mayores son iguales.
3. La gente mayor es infeliz
Estudios sobre la felicidad, la complacencia con la vida, el estrés, el amor y la paz interior nos dicen que la gente mayor de 50 años es más segura, sabia, tolerante, menos estresada y más feliz, en promedio. El estudio más convincente que he leído es el estudio beeper. Se realizó en la época en que los beepers eran un manera popular de comunicarse. Se preguntó una serie de temas relacionados con la actitud ante la vida a personas de todas las edades y se concluyó que los grupos de personas mayores a 60 años tienen una idea más positiva de la vida.
Los medios de comunicación han tenido parte en esta idea de la vejez y muchas veces la sociedad también te obliga a envejecer. Pero especialistas en servicios gerontológicos y paliativos del final de la vida, creen que los mayores cambian la perspectiva del tiempo. El darse cuenta de que nadie es eterno hace que se aprecie más lo bueno, que se saboree más la vida, que se perdone con más frecuencia, que se deje de lado lo trivial y poco importante, que uno se quede con lo esencial y que se viva con más tolerancia y misericordia.
Por Camila Valdivieso
Gerontóloga