Compartir:
¿Por qué se recoge dinero en la Misa, y en qué se lo utiliza? R.T.

Recordemos que desde los inicios de la Iglesia, cuando los primeros cristianos se reunían para el sacrificio eucarístico, los fieles ofrecían sus dones, comenzando por el pan y vino que se convertirían en el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Era considerado un honor que los dones presentados sean llevados al altar para el santo sacrificio.

Junto con el pan y el vino, los cristianos llevaban sus presentes de dones materiales que se usaban para las necesidades del culto, el sostenimiento del clero y de los pobres. La Iglesia en el siglo IV tuvo que determinar que estos frutos (leche, miel, vino, frutos, aceite, etc.) fueran dejados en una habitación a la entrada del lugar donde se ofrecía el sacrificio de la Misa.

Es recién a partir del siglo XI que se comienza a ofrecer dinero, dándose así origen a nuestra actual colecta. Los fieles ofrecían con mucha alegría los dones, porque tenían la conciencia de que todo lo que ofrecían era poco ante Jesús que se ofrecía dando su vida por nosotros. El criterio de fondo que debe tener esta ofrenda que damos es que, lo realmente importante no es dar, sino darse. No es solo dar de lo mío, sino darme a mí mismo. Por lo tanto, el dinero de la colecta que se recoge el día de hoy en nuestras iglesias, sigue teniendo el carácter de ofrenda y está destinado para el sostenimiento del templo, de los sacerdotes, y de las obras apostólicas o de caridad que cada parroquia tiene, que no son pocas; incluso son muchas las parroquias que no cubren sus gastos con estos donativos.

El dinero de la colecta que se recoge el día de hoy en nuestras iglesias, sigue teniendo el carácter de ofrenda y está destinado para el sostenimiento del templo, de los sacerdotes, y de las obras apostólicas o de caridad que cada parroquia tiene, que no son pocas.

Debes tener en cuenta también que en las parroquias hay personal de limpieza, de servicio, secretaria, o guardias de seguridad, todo ellos con sueldos que se pagarán, en parte con los donativos que dan las personas en las misas, o la ofrenda que dan por la celebración de algún sacramento. Digo ofrenda, porque no se debe cobrar por administrar un sacramento. Ilumino esto con una historia: un día una señora le preguntó a un sacerdote: ¿Padre cuánto cuesta la Misa? Y el Sacerdote le respondió: Señora, ni con todo el dinero del mundo podría pagar lo que vale la Santa Misa.

Ofrenda

El valor de la Eucaristía es infinito; por lo tanto, nuestra ofrenda siempre será poca, pero el espíritu con que ofrecemos, ese sí puede ser cada día más grande. San Pablo nos lo deja muy claro cuando dice: “Si repartiere toda mi hacienda… no teniendo caridad, nada me aprovecha” (1Cor 13,3). Por lo tanto, el que es consciente de esto y se esfuerza por amar como Cristo nos ama, de ofrecerse como Cristo se ofrece por nosotros, siempre será generoso; por el contrario, el corazón que no ama, será más bien mezquino en su darse y en su dar, y siempre encontrará una excusa para no ser generoso.

Seguro también más de una vez has visto que en las parroquias se organizan pulgueros, ventas de comida, rifas, etc. Este dinero se destina también a los gastos extras, que nunca faltan, o para realizar mejoras en las instalaciones de la parroquia, lugares que son de provecho para todos los fieles. A todos nos gusta ir a una iglesia que esté bonita, limpia, y para que eso se dé, se necesita de tu colaboración.

También sería bueno que no solo esperemos que se nos pida, sino que si descubrimos alguna necesidad, salgamos al encuentro de manera corresponsable ayudando en lo que podamos. Esta solidaridad también la vemos cuando las parroquias de los barrios más pudientes buscan ayudar a los sacerdotes de parroquias de realidades más pobres. Termino con las palabras de San Agustín: “Si extiendes la mano para dar, pero no tienes misericordia en el corazón, no has hecho nada; en cambio, si tienes misericordia en el corazón, aún cuando no tuvieses nada que dar con tu mano, Dios acepta tu limosna”.

enrique granados Por P. Enrique Granados
Sodalicio de Vida Cristiana
preguntasfe@revistavive.com
Compartir: