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¿Te has preguntado por qué entre más le dices a tu hijo que no reaccione de determinada forma lo hace más veces? Seguramente te ha pasado y aún no terminas de entender estos comportamientos.

Ser padres no viene con un manual bajo la manga, pero gracias a la psicología cognitivo-conductual, hoy existen herramientas y conceptos que se pueden aprovechar para la crianza de nuestros hijos.

Uno de los principales puntos que hay que tener en cuenta es que el aprendizaje se adquiere por condicionamiento.. clásico y se mantiene por condicionamiento operante, es decir, algo que antes no generaba una reacción ahora ya posee un significado para la persona. Por ejemplo: una pataleta en su inicio no posee significado, pero en el momento que los padres generan una reacción o emoción, el niño le atribuye un contenido importante. Es ahí cuando se debe reforzar la conducta y continuar haciéndolo para lograr el resultado que se desea. Si no se da un adecuado manejo puede suceder lo contrario: el niño logrará lo que quiere frente a la permisividad de sus padres.

Es normal ver escenas de niños que lloran, gritan y se tiran al piso; y de padres que frente a esto ceden al capricho. En momentos así, mamá y papá deben armarse de paciencia y empoderarse de su rol. Algunas estrategias se pueden tener en cuenta para romper este círculo son las siguientes:

1. PONERSE A LA MISMA ALTURA DEL NIÑO

Debemos hablarle de frente y muy calmadamente, explicándole que si se expresa de esa manera no lo entienden y que hablarán cuando esté calmado. El niño, al ver que no hay ninguna reacción, decide calmarse y busca otras estrategias, lo que da paso a una regulación importante de la conducta. Esto, además de ayudar a modificar comportamientos, también ayuda a tener hijos más seguros y responsables.

2. ESTABLECER REGLAS CLARAS

Antes de salir de casa se le puede decir al niño:“vamos a salir, si decido comprarte algo debes portarte bien y quiero que tengas claro que solo podemos comprar una cosa”. Al momento de establecer las reglas el pequeño tendrá una rutina para su salida y, en caso de que pida más de una cosa, el padre debe ser absolutamente coherente con lo que dijo y cumplirlo. De esta forma, él sabrá que sus deseos dependen de las normas de sus padres y de su buen comportamiento, no de sus pataletas.

 3. REFORZAR CONDUCTAS ADECUADAS

Así como logramos identificar conductas inadecuadas, debemos también reforzar las conductas adecuadas. Si se han portado bien debemos darles a conocer que nos sentimos orgullosos. No necesariamente debemos dar algo material, los actos de cariño como abrazos y palabras dulces son muy bien aceptadas y fortalecen el vínculo padre e hijo.

Si queremos implementar un hábito podemos empezar un trabajo con fichas. Por ejemplo: que aprendan a tender su cama. Esto es muy sencillo con los siguientes pasos:

1. Ver algo que sea atractivo para nuestro hijo, ya sea un regalo material, conocer una ciudad que desee, entre otros.

2. Tomar una imagen y decirle al pequeño: “cada vez que tiendas tu cama pondré una estampilla sobre esta imagen”. Es fundamental tener en cuenta que sean entre 10 y 15 veces cuando la figura se complete para otorgar el premio prometido. Solo cuando una acción es repetida más de 15 veces se convierte en un hábito.

Recuerde siempre ser consistente, constante, paciente y amoroso, ¡esa es la fórmula para una crianza sana!

 

Por: Carol Obando

Psicóloga clínica

Psicoterapia integral y

Análisis conductual (PIAC)

 

 

 

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